Decía hace algunos días Pako Ayestaran que habría preferido llegar a entrenar al Valencia CF en otras circunstancias como, por ejemplo, las del año pasado, cuando se hacía una inversión importante en jugadores y el proyecto parecía ir viento en popa. Las condiciones, sin embargo, son estas. Y además, de haberse dado otras, no sería él ahora mismo el entrenador del Valencia. Así lo ha asumido desde que firmó y de manera especial desde el día en que llegó de vacaciones y no había un solo fichaje ni se habían marchado todos esos futbolistas que sobraban.

Un marrón para cualquier entrenador tenerlos ahí a todos después de haberles dicho que no vas a contar con ellos. Afortunadamente la mayoría ya no están, pero lo de la defensa sigue siendo preocupante y no hace falta saber demasiado para entender que Pako empieza a estar preocupado con lo de los centrales. Abdennour y Santos no son fáciles de colocar y veremos hasta dónde se puede resistir con Mustafi si no se soluciona lo de los otros dos. La Liga está ahí y, mientras no se le diga lo contrario, tendrá que sacar rendimiento a lo que hay.

Lo de Parejo es distinto aunque al final es lo mismo, menos efectivos para competir, de ahí ese papel de ´poli´ bueno que parece adoptar con sus palabras frente al otro ´poli´, en este caso el malo, que es Suso García Pitarch. Dice el entrenador que no lo llevó al partido no por señalarlo sino porque anímicamente no está para competir, pero tampoco lo pone en los entrenamientos como medida de presión, como es lógico y normal cuando un jugador te hace chantaje con esa política de piernas caídas. Hay que tenderle la mano pero no se trata ahora de pobre Parejo, qué mal lo está pasando, se trata de que es él quien ha de dar la cara de una vez y más sabiendo que es lo único que le hará recuperar algo de crédito con la afición. Esconderlo en el hotel en lugar de subirlo al autobús igual no es un buen comienzo.

Más artículos de opinión de Julián Montoro, aquí.