Así cortita y al pie, y teniendo en cuenta que lo tuvo todo a favor, tengo que decir que la gestión deportiva de Peter Lim ha sido desastrosa desde aquello que un día se me ocurrió bautizar como ´Rodrigo Caio contigo empezó todo´. De hecho, la consecuencia de no fiarse de profesionales y dejarlo en manos de un aprendiz como Nuno ha degenerado en una planificación de equipo pequeño obligado a esperar al final del mercado al tiempo que ha tenido que vender a sus mejores activos. Ese es mi resumen rápido del desastre Lim, lo que ocurre que hay matices que hacer de manera obligada. Por ejemplo que al final se ha quedado mejor plantilla que la temporada pasada, y lo digo como lo pienso. Y tanto lo pienso que hasta afirmo sin miedo que García Pitarch ha hecho un muy buen trabajo partiendo de la base de que la gestión anterior de Lim ha delimitado y mediatizado mucho la confección de la plantilla actual. Ahora, que haya mejor equipo ya depende Pako Ayestaran porque es el entrenador, pero al Valencia hay que exigirle, como mínimo, pelear por estar la temporada que viene en la Liga de Campeones. Dicho esto y volviendo a Peter Lim, evidentemente todos andamos un poco -o muy decepcionados, ya depende del carácter de cada uno- con el dueño del Valencia porque repito que lo tenía todo a favor y a punto ha estado de echarlo por la borda, pero eso es una cosa y otra echarle el muerto de todo. Que yo sepa, Peter Lim no tiene la culpa de la barbaridad de dinero que el Valencia todavía le debe a Bankia, ni tiene la culpa de que la propietaria del Valencia fuera la Fundación del Valencia y que esa Fundación no pudiera pagar las acciones que le acreditaban como propietaria del Valencia. Ni tiene la culpa Peter Lim de que la Unión Europea multe con veinte millones de euros al Valencia porque los políticos de turno utilizaron dinero y bienes públicos para avalar a esa Fundación que no podía ni tenía la intención de pagar. Tampoco tiene la culpa Peter Lim de que un día no hubiera dinero para seguir adelante con las obras del nuevo estadio, o de que se iniciasen las obras de construcción del nuevo estadio sin haber vendido la parcela del viejo ni tampoco de que se anunciara que ya estaban vendidas y que con esa venta ficticia se terminaba la deuda del Valencia. Ya sé que nada de lo que he escrito es nuevo, pero no viene mal recordarlo de vez en cuando.

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