No es que haya sentido de repente la necesidad de defender a Pako Ayestaran, al fin y al cabo no le hace falta porque le caigan por donde le caigan él es feliz por sistema y eso es mucho decir en los tiempos que corren. Además, quienes sigan esta columna habrán advertido que lo noto rarito desde hace algunos días, como si se le hubiera olvidado de repente aquello de que lo mejor de este proyecto es que estamos todos alineados. Durante la pretemporada y sobre todo ahora ha hecho algún que otro amago de desmarque, pensemos que fruto de la desesperación porque la competición estaba al llegar, con ella la exigencia de ganar, pero los fichajes no. Aún así, habría que preguntarse hasta qué punto el Valencia CF -Lim-Layhoon-García Pitarch- está obligado a resistir y tener paciencia con el entrenador al que no le han dado un equipo en condiciones hasta el último día del mes de agosto. Ahora, aunque todo es mejorable, lo tiene. Entre otras cosas una defensa que vale una millonada, por eso lo de recibir tres o cuatro goles por partido se tiene que acabar y los resultados tienen que llegar.

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