Pako Ayestarán tiene claro cuál es su estilo de juego. Otra cosa es que me guste. Quiere ser protagonista, proactivo, como le gusta decir, y llevar la iniciativa en los partidos. Eso supone jugar con los laterales, por ejemplo, muy avanzados, y con los centrales muy lejos de la propia portería. Y por ahí se está desangrando el Valencia en estas tres primeras jornadas. Sobre todo en los dos partidos de Mestalla. El entrenador fue sincero cuando el pasado mes de mayo le preguntábamos por su filosofía de juego. La realidad está demostrando que cada partido del Valencia es un suicidio. Sinceridad y suicidio, dos conceptos que ensambla con maestría Leiva en su último single: Ayestarán está haciendo un ‘sincericidio’ en toda regla.

Maguregui

En este debate de cómo debe jugar el Valencia para no recibir tantos goles, mis compañeros de la 97.7 Radio me acusan de barraquero. Los oyentes de El Taller Deportivo saben que cada uno de los mecánicos tenemos colgada una etiqueta, yo diría una cadena con eslabones de hierro, que nos condena. Mancha es el parejista, Domingo es el atleta, Ricardo es el presentador, Heras el gruñón… Pues bien, a mi ya me llaman Maguregui, que en paz descanse. Yo soy de los que prefiere ganar 1-0 que jugármela a la lotería aunque acabe 4 a 3, y por descontado prefiero empatar que palmar 2 a 3 como contra el Betis. Portería a cero, siempre. Y a partir de ahí, a pelear por marcar un golito que nos de los tres puntos. Pues por esta razón me han colgado el sambenito de amarrategui. ¡Y a mucha honra! Maguregui, como entrenador, se especializó en ascender equipos a Primera, así que mal, lo que se dice mal, no le fue con la barraca. Sí, soy muy de Maguregui, ¿qué pasa?

Enzo

Siempre me he declarado fan de Enzo Pérez. Me parece un jugador que lo da todo sobre el campo. Además, su perfil de jugador de destrucción sintoniza con mi barraquerismo. Pero me parece intolerable que se borrara de esa forma el pasado domingo ante el Betis. Por dos razones. La primera porque perjudicó claramente al equipo, que en igualdad de fuerzas habría remontado el partido. Y la segunda porque llevar el brazalete de capitán implica una mayor responsabilidad que el resto de compañeros. La imagen de Enzo abandonando el campo cabizbajo y negando el saludo al entrenador fue decepcionante, la viva imagen del pasotismo. Por cierto, ¿dónde iba Pako con el brazo estirado? Alucino. Ser capitán del Valencia conlleva mucha responsabilidad y saber estar, y Enzo no ejerció como tal. Ni siquiera cuando estuvo sobre el campo. Fue Parejo -el inexplicablemente segundo capitán de Ayestarán- quien se encargó de protestar las decisiones erróneas de un González González que cumplió con la máxima de que la primera tarjeta siempre es para el Valencia -Enzo- y que demostró que no sólo los rivales, sino también los árbitros, se chulean del Valencia en Mestalla. Intolerable.

Brotes verdes

Odio la expresión brotes verdes porque me recuerda a la política, pero fue lo primero que me vino a la cabeza cuando el Valencia recibió el 0-2 el pasado domingo y la utilicé en la retransmisión de la 97.7. Sólo quedaba esperar que esa media hora larga la aprovechara el Valencia para empezar a mostrar síntomas de recuperación. Y así fue. La reacción en forma de empate provocó el delirio en Mestalla. Muchos -yo, no- soñaron con la remontada. Pero ese carácter proactivo del Valencia de Ayestarán facilitó la victoria al Betis en el descuento. El punto era bueno, pensadlo. Pero vale, el equipo fue ambicioso y es de agradecer. Y la entrada de jugadores como Medrán y Munir fue un motivo para la esperanza. Sólo falta esperar que en San Mames esos brotes verdes no se mustien y permitan a Ayestaran ganar el duelo más complicado que puede tener ahora mismo lejos de Mestalla, ante un Valverde que nos ha tomado la medida. Apunta, Pako: replegaditos detrás y a la contra. Barraquerismo.

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