La presidenta pidió paciencia a los aficionados el día que presentó a Pako Ayestaran como nuevo entrenador. Seguramente no tendrá que preocuparse más que lo justo por la gente porque a este paso lo van a echar antes de que Mestalla tenga tiempo de ensayar el cántico. Se podrá decir que el equipo se ha hecho tarde y en algunas cosas mal, pero hablar de eso cuando tienes mejores futbolistas que otros y tu realidad es que sigues con cero puntos, siete menos que por ejemplo el Eibar, sería perderse con disparos al aire cuando hay un responsable muy claro. No es un problema de plantilla, sino de rendimiento. Y no es un problema nuevo. Durante la pretemporada el Valencia no dio señales de vida y eso que en la planificación no había un solo partido frente a un equipo potente de verdad. El problema que tienen Suso y Layhoon es que están un poco atrapados por Pako, moralmente obligados a resistir por el hecho de haber avalado al entrenador ante el propietario en aquella farsa de Singapur. Ya pueden ir quitándose los complejos porque, además de haber perdido todos los partidos, la mala noticia es que el equipo va a peor y no está claro que vaya a reaccionar.

Flotar por encima

A Pako se le han acabado los argumentos para defender lo mal que lo hace su equipo en el campo, qué menos después de lo que vimos en San Mamés. Los que están cerca de él creen que vive en otra dimensión, que flota por encima de todo, algo que puede ser muy respetable como forma de vida pero no parece el mejor lugar desde el que dirigir el día a día de un equipo de fútbol y además hacerlo funcionar. Ahora empieza a preocupar también que sus jugadores lo defiendan en público de una manera tan vehemente. O se han subido a la nube con él o ya les empieza a llegar el olor de la sangre. ¿El jueves?

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