Con Prandelli se abre una nueva etapa en el banquillo del Valencia. Lejos de experimentos del pasado. La poca experiencia de Nuno antes de llegar a Mestalla valió para lograr la Champions en el primer año, pero a partir de ahí explotó la bomba. Decisiones contrarias a la lógica y la aparición de Gary Neville acabaron por empeorar la situación. El inglés no terminó la temporada y ahí apareció Pako, quien tenía algo en común con el resto: cero experiencia. Ahora con Prandelli el Valencia gana en todos los aspectos. Un gestor de grupo excelente, un motivador y un hombre capaz de soportar la presión. Él se encargó de ir a la contra de muchas voces que pedían mantener el estilo en la Azzurra. Sin embargo él acabó por convencer a todos y lideró a la selección italiana a la final de la Euro de 2012. En ese encuentro, el 4-0 en contra dilapidó sus ilusiones, pero el duelo de fase de grupos demostró la gran mano de un técnico con una gran lectura de juego.

Recuerdo de Valverde

Prandelli nos dejó en el recuerdo una Fiorentina que marcó unas bases excepcionales. En 2005 cogió las riendas del equipo toscano y comenzó a formar un grupo con el que jugó la UEFA y también la Champions. En esa época se puede observar una de sus grandes obsesiones: que el grupo luzca y que el centro del campo disfrute. Él mismo ha reconocido que esa es la faceta más importante del terreno de juego y sobre ella construye el bloque ganador. A pesar de eso, su principio de juego le impide concebir la posesión como algo primordial, ya que no es el todo, sino el vehículo conductor. Tener el cuero sin hacer daño y encontrar espacios no sirve de nada, por ello descifrar la manera de jugar bien siendo también prácticos es uno de sus objetivos. Al contrario que otros técnicos italianos, Prandelli no está atado a un sistema táctico y tiene la capacidad de variar en función de los jugadores, aunque sí se presupone que en Mestalla apostará por una línea de cuatro atrás, algo prácicamente innegociable a lo largo de su carrera (excepto en el Mundial de 2014). En Florencia, el público del Artemio Franchi también destaca su habilidad para cambiar el rumbo del partido cuando las cosas iban mal. Eso es precisamente lo que Mestalla no ha visto en los últimos años. Desde Valverde, la afición del Valencia no encuentra un técnico que con el banquillo derrote al rival, algo que el entrenador lombardo puede volver a regalar a la grada.

Psicología

Con Prandelli el Valencia gana un técnico consolidado y con poso, pero sobre todo un líder. Eso sí, sin carácter altivo, ni apariencia de superestrella. Es el ejemplo del italiano elegante que trata de defender sus ideales con palabras tranquilas y con la práctica. El técnico no llegará al vestuario para imponer, sino para tratar de moldear a unos jugadores que pueden jugar a lo que quieran si alguien les ofrece esa confianza. Con ese carácter casi de psicólogo consiguió hacer de jugadores como Mutu en 2008 „año en el que fue elegido mejor entrenador de Italia„ un goleador centrado. Incluso Balotelli atendió a sus consejos en 2012. La apuesta de Suso por Prandelli, antes de que aterrice en Mestalla, se antoja como acertada y es que el técnico lombardo ofrece todo lo que necesita el equipo en este contexto tan convulso: paciencia, liderazgo e ideas claras. Con él se da el salto de entrenadores en pruebas y prácticas a una realidad, a pesar de ciertos fracasos que todo técnico acumula en su carrera.

Episodios muy duros

En 2004, en el mayor reto de su carrera, el técnico decidió abandonar la Roma poco después de firmar con el cuadro del Olímpico y dos semanas antes del inicio del campeonato. El motivo fue la enfermedad de su punto de apoyo: su mujer. En 2005 sin embargo y tras una leve mejoría, Cesare aceptó coger los mandos de la Fiorentina para comenzar a ganar en el Artemio Franchi, escenario en el que vivió uno de los momentos más duros de su carrera. En 2007 falleció su mujer a los 45 años y pocos días después tuvo que dar el paseo más largo de su vida por ese mismo césped. Desde el túnel hasta el banquillo fue recibiendo flores que lanzaban desde las gradas del estadio viola. Como jugador, el 29 de mayo de 1985 está guardado como una fecha agridulce. En Heysel (Bruselas) conquistó la Champions junto a Platini, Boniek y compañía, pero vivió una de las peores tragedias de la historia del fútbol con la muerte de 39 personas en las gradas, la mayoría de ellas seguidores de la Juventus.