Las primeras impresiones son siempre de vital importancia. La mayoría de las personas trabajan las relaciones humanas con desconocidos con base en las primeras impresiones. A ti te presentan a una persona y en ese momento concluyes: «Qué majo». O bien: «Es imbécil». En ambos casos, tardas meses e incluso años en tirar abajo tu idea preconcebida. Si te entra por el ojo y concluyes que es majo, ya te puede hacer barrabasadas que tú vas a excusarle diciendo que es un bromista, o que tiene sentido del humor, o simplemente «es que es así». Y si te cae como el culo de un mandril, ya puede esa persona ser bondadosa y eficiente que vas a seguir pensando que es un sospechoso habitual. Nadie sabe por qué el ser humano es así con sus congéneres. Yo intento luchar contra ello y pensar que ni tanto, ni tan calvo. Con Prandelli hago esfuerzos por que no me caiga tan bien, por ejemplo.

Palabros

Veo a nuestro míster y pienso: «Jo, qué señor. Elegante, educado, sonriente, afable… Este tipo tiene mano de hierro y guante de seda». De momento, ha sido diligente y atento con la prensa, accesible, sin poner un pero a nada. Y pienso: «A lo mejor esta vez, sí que sí». Pero luego me autocensuro la ilusión, por si me vengo mucho arriba y luego el tortazo es mayor. Al menos, de momento a los defensas ya los ha puesto a bailar en los entrenamientos. El objetivo es el mismo que en todas las categorías de todos los equipos amateur de hoy en día: que basculen y que jueguen cerca en defensa y más abiertos en ataque. Y que las líneas, siempre, siempre, siempre, estén juntitas. Leo ‘palabros’ apuntados en una hoja entre los que destacan conceptos como «replegar», «abrir», «estirar», «cambio de juego», «morder» y «cerrar». Y el término que voy a enmarcar y colgar de la pared es «morder».

Morder

No sé si se acuerdan, pero en tiempos de Ranieri, Cúper o Rafa Benítez si hay algo que el equipo hacía era morder. Recuerdo la presión a la que el equipo sometía a los rivales cuando no tenía la pelota. Se echaban encima de ellos como si fueran perros rabiosos. No les dejaban maniobrar. Agotadoramente asfixiantes, partían de la excelencia en el apartado físico. Luego, cada maestrillo tenía su librillo, pero de aquí no salía vivo ningún rival. Esa predisposición a no dejar vivir era el sello del equipo. No se trataba sólo de la solidez defensiva como tanto se enarbola a diestro y siniestro -que también-, sino el afán de no dejar vivir. Y extrapolándolo a los entrenadores, percibo que cuanto menos ladrador es el míster, más mordedores son los jugadores. Y viceversa. Un ejemplo: Nuno hablaba más que Mario Moreno, prometía el oro y el moro, pero los jugadores en sus manos eran unas madres. De Ayestarán mejor correr un tupido velo.

Bocachanclas

En el fútbol, la boca suele estar reñida con los pies. El mejor ejemplo, Sergio Ramos esta semana de cuaresma. No sólo el tío hace el penalti -otro- que cuesta a la selección el empate en el último suspiro, sino que a mayor abundamiento le manda un recado a sus detractores y dice que espera que los que rajan de él disfruten. Sólo le ha faltado añadir: «Lo volvería a hacer». ¡Con lo fácil que es callarse, o subsidiariamente pedir perdón! No sufran, es una maniobra de distracción. Él sabe que no está fino pero emprende una huida hacia adelante. Yo siempre he sido de muy hablar en los campos amateurs así que, claro, lo que me da de comer es la boca, no los pies. En cambio, en mi equipo Facundo es muy tímido y apenas habla pero vaya toque tiene. Si es que no falla.

Cobre

Otro que días atrás habló fuera de sitio fue Parejo. Es difícil saber cuándo hablar. Como leer los partidos. Si logra coordinar la clase con el momento en el que tiene que hacer cada jugada, será inmortal. Mientras tanto, será el gallo de una veleta. No obstante, su calidad es tan elevada que Prandelli confiará la translación de su información en el campo a sus pies, como el ser humano usa el cobre para trasmitir datos. Confiemos en que los jugadores no hagan la guerra cada uno por su cuenta. Este parón de selecciones nos ha venido como agua de octubre. Sí, ya sé, la gota fría ni mentarla. El caso es que no tenemos muchos jugadores allende los mares haciendo las cruzadas. Es la única ventaja de ser mediocres. No es siempre así, seamos justos. Cazorla y Mata no pastan por la Roja como deberían, y sin embargo para mí deberían jugar siempre.

Excepción

Hablando de los que hablan, me llama la atención -para bien- el nivel de involucramiento de Phil Neville con la actualidad del club. Su apellido ahora mismo es un estigma en la historia reciente del Valencia CF y, sin embargo, hace unos análisis concienzudos y casi siempre acertados. No le duelen prendas en considerar a Prandelli como un hombre inteligente y adecuado. Chapeau. Hemos hecho un valencianista forever. Y otro que tal, Diego Alves. Habló lo justo. Desde luego menos de lo que querrían muchos. ¡Y mira que podría hablar! Pero este, mientras saque manoplas como la del penalti de Griezmann, como si lee el Quijote al revés. Toda excepción tiene su regla. Digo, toda regla tiene su excepción. Bueno, donde dije digo, digo Diego. Si es que ya no sé ni de qué hablo. ¡Que vuelva la liga ya, perlamordedeu!

Más artículos de opinión de Manu Badenes, aquí.