El problema que asfixia ahora mismo al Valencia es el de la Comisión Europea porque una sanción de 23,3 millones de euros supone un contratiempo que pocas empresas estarían en condiciones de afrontar, aunque la presidenta Layhoon tendrá bastantes más problemas para dar a los accionistas explicaciones sobre otro tipo de cuestiones. Al final, en este conflicto el propietario y los actuales gestores no son responsables sino víctimas de lo que en su día hicieron otros, y eso les libera en buena parte de la crítica.

Hoy el Valencia es una sociedad que en general cumple con todos sus compromisos excepto uno, el que tiene con los aficionados, a lods que el equipo ha ofrecido ultimamente más bien pocas alegrías. Le será más fácil a la presidenta explicar los entresijos de la sanción y del recurso a la Unión Europea que convencer a la gente de que hay un proyecto deportivo sólido después de dos errores de la magnitud de Neville y Ayestaran, de que el equipo lleve demasiados meses peleando por evitar los puestos de descenso cuando el compromiso es jugar la Champions o de los sucesos del pasado mes de agosto con la venta de Paco Alcácer.

En las anteriores juntas Layhoon siempre acabó por meterse a la gente en el bolsillo con su discurso. Aunque esta vez lo tiene más difícil, es capaz de volverlo a hacer, siempre que no se le ocurra decir que si hay que pagar a Europa no habrá dinero para fichar en enero. Ahí le patinará el embrague.

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