El viernes Layhoon hizo un repaso del Valencia CF y, más allá de bandos, todas las partes podrían concluir que estamos muy malitos. El equipo ha dado bandazos continuamente: los fichajes de la época Meriton han sido tremebundos en muchos casos y de los entrenadores mejor no hablar, porque realmente el primer entrenador fichado en tiempos de Singapur que se viste por los pies es Prandelli. Ha sido el año de la gaseosa, y como era previsible el año pasado luchamos por no descender. Este año vamos a Guatepeor, así que la Junta estaba tensa. Si a eso le sumamos la multa de la UE y la fuga de ´cerebros´ del verano, podemos decir que, ahora sí, en Singapur ya saben también lo que es lidiar con un Miura.

Mensajes

La presidenta no lo tuvo fácil. Pero hay algo que no se le puede negar, y es que sabe hacer llegar los mensajes que lanza. Se esfuerza por mantener un tono sentimental, sin perder la frialdad de los números. Se empeña en dejar claro que esto es sentiment, no solo negocio. Asume el mea culpa de los dueños en decisiones ejecutivas con resultados rocambolescos y deja patente que el estadio no va a estar para la fiesta. La del aniversario, me refiero. A mí, con que esté el club, lo demás, plim. De hecho, no acabo de entender por qué necesitábamos otro estadio. Al final no somos tantos los incondicionales que vamos al fútbol cuando pintan bastos.

Complicarnos la vida

Todos asumimos que los lodos de hoy vienen de los polvos de antaño, pero nadie pone en duda la necesidad de otro estadio. Suele pasar que cuando sujetos del ámbito de la construcción entran en las esferas de propiedad de un club, huele a negocio inmobiliario. Que si Paterna, que si Porxinos, que si Nou Mestalla... El caso es hacer casitas. En el Madrid, su presidente intenta maniobrar con el Bernabéu pero ahí está, comulgando con las instituciones. ¿Qué necesidad teníamos de complicarnos la vida? Todos queremos un estadio de cinco estrellas Champions moderno y cómodo, pero si nos vamos a quedar entre dos aguas, mejor apagar las luces y ya hablaremos el día de mañana.

Nada personal

La gente señala con el dedo, pero de esto del estadio los de Singapur no tienen la culpa. Tampoco de la deuda con la UE, que ha calificado la presidenta como «usura», pura y dura. Está muy bien que se llame a las cosas por su nombre. Habría que decirle por último a Layhoon que no se lo tome a mal, que la desconfianza que percibe a su alrededor no es nada personal y mucho menos contra su país. Que aquí, en la terreta, todo el mundo ha querido siempre ser califa en lugar del Califa. Que lo de Julio César sucede en el foro valenciano un día sí y otro también. Quizá ahora mismo sólo deba preocuparse de corregir el rumbo de los deslices que en el ámbito deportivo se cometían mientras pedía paciencia a los feligreses.

Ayer y hoy

La gente está calentita porque el equipo no va. De las cuentas la gente no se preocupa mucho. Y hacemos mal, porque sin cuentas no hay equipo. Los de antes dejaron el club como un erial, pero el equipo funcionaba, competía y ganaba cosas. Ahora, la economía se está saneando pero el equipo no va ni al ralentí. Y eso a la masa social le pone muy nerviosa. Hay que concluir que los mal llamados dueños -el club es de sus socios- saben de cuentas pero van más perdidos en lo deportivo. La única solución es que dejen a las personas con perfil técnico, es decir, a los que saben de fútbol, decidir sobre fútbol. Todos creemos que sabemos de fútbol. Pero igual que hay una diferencia entre jugadores de fútbol (cualquiera de nosotros que le dé una patada a un esférico) y futbolistas (profesionales), también hay diferencias entre entendidos de fútbol (cualquiera) y profesionales de fútbol (sólo unos pocos).

Preocupado

En el ámbito deportivo, Prandelli reconoció que habíamos dado un paso atrás, y se le notó muy preocupado tras el partido de Coruña. No me extraña. El mal del equipo es endémico. Principalmente porque es un grupo humano, pero no todo grupo hace un equipo. Define la RAE como equipo «grupo de personas organizado para una investigación o servicio determinados». Luego reza: «En ciertos deportes, cada uno de los grupos que se disputan el triunfo». Pero está claro que sin organización para un servicio determinado (ganar) no hay mucho que hacer. Abdennour, alineado por sorpresa, dejó en evidencia, en un mal partido, que atrás tenemos muchas carencias, hasta el punto de que el entrenador cambió de criterio sin demasiado disimulo. Pero no se trata de señalar a nadie. Cuando no es uno, es otro. El caso es que se ha batido el récord histórico de partidos seguidos encajando gol. A tope.

Aduriz

Mientras, Aduriz se pone las botas. Hay cierto debate sobre que se le dejara marchar, pero cuando jugaba aquí la mayoría prefería que saliera Soldado. De hecho, la salida del vasco no generó debate. A mí siempre me pareció que era el que más talento tenía, pero éramos pocos en la grada con esa opinión. Aquí marcó 14 y 9 goles. En Bilbao, en los siguientes años, 18, 18, 26, 36 y de momento 10. Era algo lento en movimientos y eso aquí no cala. Jonás, por ejemplo, exasperaba a gran parte de la grada. Acabó suplente de Alcácer y luego en el Benfica marcó 31 y 36 goles. Miremos hacia delante. Pero seamos pacientes. Si no, ayudamos a la vorágine y no dejamos que madure ninguna fruta. Siempre nos comemos los caquis verdes.

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