No sé qué tal encajaría en el Fair Play Financiero del Valencia un descenso a segunda división, el propietario y la presidenta son los que manejan los números, pero con saber sumar y restar es más que suficiente para llegar a la conclusión de que estaríamos ante una debacle a todos los niveles. Al equipo, volvió a quedar demostrado, todo esto le puede. Se fue al descanso ganando, una nueva sensación, pero el nivel de desconfianza y el miedo es tanto que lo hizo con la esperanza de que la segunda mitad no se jugara. Se defendió enviando balones arriba, ahí donde no tiene ningún jugador que pueda ganarlos, tal es el despropósito. A medida que pasan las semanas y los partidos hay cosas que empiezan a no tener remedio, objetivos cada vez más inalcanzables, hay que actuar antes de que sea demasiado tarde. Apelar al criterio del entrenador y del director deportivo para que se planten de una vez y exijan al máximo accionista las mejoras que necesita el equipo. Y, cuidado, que ellos mismos se apliquen y acierten más. Mientras el equipo se hunde en el terreno de juego, en la grada -ayer despoblada y desolada- reina la confusión. Lo de la charanga era una idea, en efecto, de charanga y pandereta, pero nadie tiene derecho a echar a nadie a golpes de Mestalla.

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