El pasado domingo, en el transcurso de la segunda parte ante el Málaga, cuando todavía el marcador reflejaba una victoria del Valencia, se instaló en mi cuerpo una angustia que ya había aparecido en mi vida en otras dos ocasiones. La primera vez fue tras perder en San Mamés en 2008 en el último partido de Ronald Koeman en el banquillo. Aquella angustia no desapareció hasta que el equipo dirigido por Voro confirmó la permanencia. Hace apenas unos meses, esta sensación desagradable que ahora me invade apareció de nuevo. Gary Neville era incapaz de conseguir victorias y tuvo que llegar Ayestarán para encadenar cuatro victorias y eliminar ese desasosiego que sentía. La ventaja, esta vez, es que aún es pronto y hay tiempo de reacción. La desventaja, que la sensación podría durar meses si nadie es capaz de solucionar este marrón donde Meriton ha metido al club. Estoy seguro que si Peter Lim, Layhoon Chan, Kim Koh o Anil Murthy sintieran lo que muchos valencianistas sentimos, pondrían más empeño para encontrar soluciones.

Afición

En el momento en el que el equipo más necesita a su afición, nos encontramos con una situación kafkiana en la que Mestalla está dividido por temas internos de un colectivo (Curva Nord) que aprovechó un foro, a mi entender, incorrecto para plantear sus reivindicaciones. ¿Qué pensó, por ejemplo, Mangala cuando escuchó pitos y abucheos justo cuando el Valencia había remontado el 0-1 del Málaga? No entendió nada. A esto, le sumamos que el estadio presentó una paupérrima entrada porque más de 20 mil socios decidieron no acudir. No soy yo quien le vaya a decir a un aficionado del Valencia lo que tiene que hacer. Cada uno es libre para manifestar sus sentimientos hacia su equipo como quiera. Respeto a los que, como José Vicente Orient, uno de los valencianistas más auténticos y fieles que conozco, prefirieron hacerle un favor a un compañero y cambiarle el turno de trabajo antes que ir a Mestalla. También a aquellos que aplauden y animan hasta la extenuación pese al pésimo juego de su Valencia, como es el caso de los amigos de la Peña Valencianista Facebook. O incluso entiendo a Miguel Castillo y a Alicia Fenollosa que ya están en San Sebastián para apoyar al equipo mañana en Anoeta. Todos son valencianistas. Cada uno a su manera. No podemos perder el tiempo en reproches, sino en arrimar el hombro y apoyar al equipo cada uno como lo sienta de dentro. Y sí, es necesario que el club solucione el problema con la Curva Nord. Mestalla es otro sin esta grada.

Centrales

Garay sufre una misteriosa lesión de la que nos enteramos el miércoles en un comunicado oficial; Mangala casi descartado por un pinchazo; Abdennour, entre algodones... Total, que Aderlan Santos es el único central que está en plenitud de condiciones (no es broma) para jugar en Anoeta. De verdad, suena a borrada en toda regla. Y digo ‘suena’ porque no me puedo creer que jugadores profesionales se bajen del barco de esa forma. Podría ser también una muestra más de que al perro flaco le van todas las pulgas. Pero no creo en la mala suerte ni en las casualidades y sí en las causalidades. Que se te lesionen tantos jugadores en tan poco tiempo es consecuencia de la exigencia física que Prandelli ha implantado desde que llegó. Le sucedió a Gary Neville. Esas mini pretemporadas con la temporada en marcha no traen más que disgustos. Y no las critico, al contrario, me parecen consecuentes. Pero es el problema de poner parche sobre parche, de una mala planificación. Ayestarán hizo su pretemporada, con las limitaciones de no disponer de un tercio de la plantilla definitiva hasta la jornada 3. Y Prandelli ha entendido que el equipo necesitaba una vuelta más de tuerca. Y ahora paga las consecuencias. Menos mal que hay casi un mes por delante para resetear, cargar pilas y ganar a Osasuna el 9 de enero. Con los fichajes ya sobre el césped, por favor.

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