Me voy a echar al monte y decir algunas cosas sin medias tintas. Tengo 42 años y un trabajo estable. Llevo en la profesión creo que cerca de veinte años y estoy encantado de trabajar donde trabajo. Tanto, que cuando vuelva a nacer me gustaría seguir haciendo lo mismo que hago ahora y en el mismo periódico. Dime pelota. Además, vivo encantado y feliz como una lombriz con mis dos hijas -que cada vez pasan más de mí- y con mi mujer que incomprensiblemente me soporta desde los 16 años. Y por si fuera poco, tengo a mis amigos, los de toda la vida, los de mi pueblo, con los que disfruto los pocos ratos que estoy con ellos y más todavía las veces que nos dan permiso para ir sin ´policía del hogar´ a los paelleros municipales. Pues bien, desde esta mi nube azul donde todo es como yo lo he inventado, me da para decir que no me hace falta hacerle la pelota a nadie a cambio de cuatro rumores o una noticia. Dime también pretencioso o arrogante pero es lo que pienso. Además, esto del periodismo no funciona exactamente así, no va de hacerle la pelota a alguien para que te responda a dos wasaps diciendo que «sí, quiero fichar a Pepito o no es cierto que quiera fichar a Paquito». Como todo en la vida, la cosa no es tan simple.

Y aquí, desde mi nube azul, afirmo después de muchas reflexiones pausadas que el problema del Valencia no es su director deportivo Jesús García Pitarch, si acaso es parte del problema, aunque me aterra pensar cada vez más que a él y a Prandelli se les está poniendo cara de víctimas. Dos víctimas más. Por otra parte, soy plenamente consciente de que si en estas ´cuatro letras arrejuntadas´ yo dijera que el culpable de todos los males es él, el director deportivo, en los próximos días la gente me diría cosas bonitas al oído, pero repito que no estoy aquí para eso, estoy para ejercer mi oficio como creo que lo debo de ejercer, desde la honestidad.

El Valencia no es un club que funcionaba muy bien y tenía un equipo hecho y competitivo y al que un mal día llegó un director deportivo y se lo cargó todo y lo que es peor, destrozó un equipo que estaba destinado a meterse en Champions para llevarlo a tener que luchar por no bajar a segunda. Eso no es lo que ha pasado en los últimos meses. El Valencia es un caos en la gestión diaria y en la deportiva desde que Peter Lim decidió prescindir de Rufete y Ayala y eso provocó la salida de Amadeo Salvo. Es mi opinión. Ahora hay un director deportivo que tiene que demostrar que es capaz de arreglar el entuerto y de momento seguimos esperando. Para que se entienda mejor lo que quiero explicar, pondré una hipótesis: la moda es decirle al director deportivo que dimita, no digo que sea coherente esa petición ni que no lo sea, pero me pasa que con los años he aprendido a no decirle a renuncie a deje su trabajo, pero si seguimos jugando a las hipótesis y García Pitarch se marcha, el Valencia sigue teniendo el mismo el problema. Sin ir mas lejos hace no demasiado tiempo hubo un director deportivo que se fue. Rufete. Como yo lo veo, esa es la mayor prueba de que el problema no es la persona en concreto, es más bien la manera en que está concebido el club y sobre todo, como lo quieren los que mandan día a día y qué le cuentan al dueño. Obviamente que García Pitarch es responsable, ¡no van a ser Miguel Castillo y Paco Lluis, compañeros en el Supermurciélago de Levante TV! Y claro que al director deportivo hay que exigirle que acierte más -¡es de cajón!-, pero el problema es que los de arriba todavía no han entendido qué es y qué significa el Valencia y que no es lo mismo gestionar un club de fútbol que una empresa farmacéutica. Hago una pregunta, si el Valencia se recuper, termina el noveno y en verano se vende Cancelo por 40 millones, ¿Lim pensará que la temporada es un fracaso? Dudamos respecto a qué pensará Lim, y ahí precisamente está la esencia del problema.

Pero no renuncio a ser optimista, y de la rueda de prensa del jueves, al margen del esperpento de la presidenta, intuyo por primera vez algo similar a una misma línea de acción en el club. No lanzo las campanas al vuelo porque ya no vale decirlo, solo vale esperar que sea verdad. En otras palabras, que el entrenador necesita fichajes y además buenos y no palabras, como decía la portada de este periódico ayer viernes, y sobre todo, como decía su director; el Valencia necesita hechos.

Retomo ahora una reflexión anterior que dice que a García Pitarch y a Prandelli se les está poniendo cara de víctimas. Solo es una sensación, pero no me resisto a comentarla. Desde la distancia veo el germen de una guerra civil en el Valencia de Singapur de Valencia. Me explico. Layhoon dice que ella es Peter Lim y que ella es el referente para los jugadores y hasta que ella tiene la última palabra en los fichajes y creo que lo dice porque siente la necesidad de reafirmar su autoridad interna respecto a la figura de Anil Murthy, el ejecutivo recién llegado desde Singapur que se codea con la prensa y nada tiene que ver con Meriton y sí con amistades del dueño. Solo es una sensación, pero me aterra la posibilidad de acertar y que esta tensión se lleve por delante la urgencia de sacar al equipo del barro. Señora presidenta, si usted piensa que dice una vez las cosas y la gente no le cree y que tiene que repetirla cien veces, tal vez sea porque los hechos no se corresponden con las palabras. Cuando hay que repetir una cosa cientos de veces es porque no se tienen más argumentos que las palabras. Los hechos se defienden solos. Si hiciera las cosas bien, no haría falta que dijera nada, pero a estas alturas prefiero que calle para siempre.

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