Voro, como ya dejó caer desde el momento en que asumió el mando, ha priorizado reforzar el equipo en ataque antes que hacerlo en otras posiciones. En su decisión ha pesado sin duda el mensaje que le llegó desde el club de que tanto en la defensa como en el centro del campo iba a ser más complicado hacer sitio por la dificultad que entrañan salidas como las de Enzo, Siqueira o Santos, que eran los candidatos una vez que el propio entrenador quiso blindar a Parejo. Igual, incluso sin salidas, era necesario firmar otro centrocampista, sin ir más lejos lo va a necesitar este sábado para medirse al Eibar, un partido en el que el Valencia no se puede permitir el lujo de no ganar. Tenían por muy poco a Maksimovic, podía llevar ya un mes en Valencia, pero han decidido que no es lo que necesita ahora el equipo. Que el tiempo les dé la razón, porque en caso contrario será para echarse a temblar. Y que a Orellana le explique bien Voro -difícilmente lo sabrán hacer Kim Koh y Alexanko- lo que significa jugar en el mejor equipo del mundo y el equilibrio que ha logrado imponer en el vestuario. Bienvenidos Zaza y Orellana, pero el fichaje de verdad es Voro.

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