Hay una escena en la película ´Esta casa es una ruina´ en la que cuando se hunde el suelo del baño con la bañera encima y deja un agujero del tamaño de un coche, Tom Hanks, recién casado, tiene un ataque de pánico ante su mujer que refleja con una carcajada desquiciada, atronadora, hasta el último aliento. Esa misma risa desesperada, la que sustituye al lamento, la que deja claro que no hay nada que pueda evitar la locura, es la que me dio el sábado cuando el árbitro pitó el final del partido. El título de la película mencionada le va que ni pintado al club. No se trata de si evitamos el descenso este año. Se trata de asumir que ahora mismo el futuro del club es el descenso, más pronto que tarde. Si se evita este año será para postergar el sufrimiento inevitable.

Vacío

El único remedio es un giro copernicano. A todos se nos ocurre que los señores que hay ahora hagan las maletas, o en su defecto se aparten definitivamente de la gestión y subarrienden la misma a hombres de fútbol, que hablen el idioma de los futbolistas... y de los aficionados. De nada servía que los refuerzos de invierno fueran dos o cuatro. Ni con Zaza, ni con Orellana, ni con valeriana. Esto es insufrible. Por eso Mestalla se vació. Porque no hay cuerpo que lo aguante. Lo único interesante del sábado es que Mestalla vio el mejor gol del año. Lo malo es que lo marcó el Eibar. El tercero, en concreto. En definitiva: el equipo visitante nos pegó un repaso digno de boxeo.

Guaya

La renovación del equipo frente a Villarreal y Espanyol se quedó en mero espejismo, principalmente porque entonces pillamos a los rivales con el factor sorpresa. Nadie se esperaba un Valencia rocoso. Pero ahora que saben que con Voro tampoco somos las madres que éramos antes, a los rivales les basta con asentarse en el campo. El Eibar nos ganó en intensidad en cada jugada, incluso cuando llevaban ya tres goles de ventaja en el marcador. También fue un factor decisivo la expulsión de Carlos Soler. Pecó de imberbe. Cierto es que se llevó una guaya en los morros. Pero por aplicar el ojo por ojo (y guantazo por guantazo) el árbitro le tomó la matrícula. Poco hay que decir, más allá de que si el árbitro estuviera en lo suyo habría dejado a ambos equipos con diez.

Kempes

De todos modos, da igual, porque cuando no son pitos, son flautas. Mangala hace autoexamen y dice que no han competido. Los medios hablan de humillación. Pitos y pañuelos en el campo (de los pocos que se quedaron). Zapping en las teles. Protestas en la calle. La mayoría, a casa a cenar. Voro, por su parte, ni una palabra fuera de sitio con respecto a sus jugadores. Y mientras, el dueño del club sigue en sus trece. En la madrugada del sábado nos enteramos por Twitter de que a Mario Alberto Kempes le han dicho que lo de embajador del Valencia CF se acabó. El hombre tiene un tono crítico en sus manifestaciones, y claro, se ve que Meriton no entiende eso de que Mario es embajador€ del club, ¡no de Meriton! Y lo peor es que nos enteramos por el propio afectado.

Política

Kempes dice las verdades del barquero. Porque este club no es el que queremos. Este club no nos interesa. No nos identificamos con la política, ni con los fichajes, ni con la forma de gestionar, ni con las caras, ni con las decisiones. Kempes, señores, es para nosotros lo que Di Stéfano para el Madrid, Cruyff para el Barça o Aragonés para el Atlético. Y queremos saber de quién parte la decisión. Queremos y exigimos responsabilidades. No nos interesa la política de versión única de las cosas, de silenzio stampa, de matar al mensajero. Pero si hay algo que da risa es la razón: he leído que el club dice que como vive en Estados Unidos, su papel «no es tan eficaz». Pero, vamos a ver, un embajador€¿no es el representante de un club en el extranjero?

Embajador

La presunta explicación no tiene desperdicio. Pero si es que no tiene sentido que un embajador esté en su propia tierra. ¡Un embajador está fuera! Es su misión: ser la imagen de un país o institución allende sus fronteras. Querría pensar que esto es otro McGuffin, otra maniobra distractora para que el personal no se soliviante y deje de manifestarse sobre la marcha del equipo. Pero me temo que es otro frío calentón (oxímoron). Y los aficionados queremos saber quién ha sido. ¿A quién van a poner de embajador ahora? ¿Creen que Albelda, Fernando o Cañizares no serían críticos en las circunstancias actuales? ¿Quizá están pensando en otro hombre de Singapur? ¿O en otro hacha del marketing que no logra vender la publicidad de la camiseta? El futuro a corto plazo es el partido del Betis. A medio plazo, evitar el descenso a segunda. Y a largo plazo, recuperar la identidad. Me voy a dar un baño, a ver si se me pasa. Ah, no, que no hay bañera. ¡Jajajajajajajajajajajajaja!

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