Tres puntos, colega! El grito de guerra de aquel simpático anime japonés de nombre Chicho Terremoto sirve como conclusión perfecta de la tarde vivida en el Nuevo Arcángel de Córdoba. El Valencia de Nuno Espírito Santo ha alcanzado la barrera psicológica de los 50 puntos. Los números, los resultados -lo único que importará cuando se hayan jugado los 38 partidos de Liga- validan hasta ahora con una alta calificación el trabajo del entrenador portugués y el grupo de jugadores que dirige. Sin embargo, los blanquinegros continúan dejando esa sensación de que cada partido que juegan lejos de Mestalla se mantiene en vilo, igual que lo hacen los corazones de los aficionados. Sólo un tonto, un pelota compulsivo o un seguidor de otro club no sentiría el sábado en el cuerpo un exceso de patiment en la tarea de imponerse al colista. Una misión conseguida gracias a la eficacia y, especialmente, a un nuevo recital en la portería de Diego Alves. Los caminos gustarán más o menos, pero a finales de mayo sólo contará rebasar la meta entre los cuatro primeros, y hoy los de Nuno pueden mirar de cerca al actual campeón, el Atlético de Madrid. Tan evidente como la espesura de su juego, lo es que el Valencia vuelve a ser un bloque ganador, un logro a celebrar después de años vagando por la Liga a distancias vergonzantes de la jet set Madrid-Barça. Esta vez Leo Messi y amigos -entre ellos no está Luis Enrique-, están únicamente a seis puntos. En la ciudad califal quedó demostrado que, como querían Rufete y Ayala, este Valencia crece de atrás hacia delante. Detrás la criatura está ya crecidita y bien formada. El problema es que por el medio y más arriba todavía se halla en fase de maduración. Futbolistas como Otamendi, Gayà y Mustafi, con la inestimable ayuda de Javi Fuego, han robustecido un entramado defensivo que en temporadas anteriores bailaba como un flan, y son la envidia de poderosos clubes europeos. De todos modos, ningún jugador de la plantilla ha sido tan determinante en tantos partidos como el brasileño, incluso en sus ausencias -no hace falta recordar la Copa-. Los que por nuestra tierra tanto temían al mundo exterior -acuérdense de las fobias en el proceso de venta- bien harían en reconocer los méritos de un cancerbero que, pese a no haber nacido en La Safor o no haberse criado en Paterna, es muy bueno. Harían bien también en admitir el acierto de Salvo y Rufete por que Alves fuese en verano la primera renovación del proyecto. ¿Qué hubiera sido el sábado del equipo con un portero como el tal Saizar?