Cuando Pep Guardiola se rascaba la cabeza en el minuto 29 del segundo tiempo, después de ver cómo Abidal despejaba a córner un contragolpe del Valencia, con una mano milagrosa de Pinto posterior a remate de Jonas, eran síntomas de que el Barça lo estaba pasando mal. Tenía la eliminatoria decantada a su favor pero lo hacía caminando por esa línea peligrosa de estar a un gol del éxito o del fracaso. La idea era mantener viva la llama de la final el mayor tiempo posible a pesar de que las dificultades iban aumentando poco a poco; primero la baja por fiebre de Soldado, después el 1-0 tras perdonar dos ocasiones claras y para colmo una expulsión propia de un juvenil como fue la de Soso Feghouli. Voluntaria o involuntariamente se iban dando unas facilidades que multiplicaban exponencialmente las dificultades para lograr la proeza. Al fútbol se debe jugar con inteligencia (por eso hay que escuchar los consejos de Albelda), el planteamiento técnico fue el correcto con trabajo extra de las acciones a balón parado, el equipo dio la cara hasta el final, pero el Barça se rige por los principios del Kick Boxing donde un despiste te deja KO en la lona.

Sólo se veía la orilla…

Nadie dijo que iba a ser fácil, cuando el Barça interpreta su pauta sin oposición —sin la presión asfixiante del inicio de partido que te impide pensar— te quedas viéndoles tocar el balón con una impotencia máxima. Miras al balón y cuando vas, ya has llegado tarde, eso te quita muchísima energía y mentalmente va restándote confianza. Hubo momentos en que el VCF fue un juguete para el Barça, pero nunca sin perder la compostura y la ilusión de estar a sólo un gol de empatar la eliminatoria. Y así fue hasta que Xavi remató la faena a diez minutos para el final. Hay golpes que matan, pero el equipo blanquinegro sabía que si se venía abajo con el 1-0 moriría goleado (también hizo méritos Alves tras su error en el primer gol). Y no se rindió hasta el final. El Barça te daba vida, pero era como ver que puedes llegar a la orilla tras saltar de un barco a la deriva y aunque vayas nadando mantienes la esperanza sin tener fe en conseguir la proeza que era eliminar al Barça en su propia casa.

Faltó eficacia

Uno de los términos que empleó Unai a los suyos antes del partido era el de la «eficacia». Ningún club que ha visitado el Camp Nou en la época reciente de Pep Guardiola ha necesitado varias hojas para relatar las ocasiones de gol, por lo tanto, cuando te ves en su área en una posición ventajosa… has de matar. Y ese escenario que se había imaginado el técnico mientras soñaba la noche anterior llegó tras una diagonal de Mathieu para Soso Feghouli, pero sin final feliz. ¿Por qué despertarse de ese sueño? Antes, tras un saque de falta diseñada en botica, Mathieu no logró tener el gatillo listo tras una prolongación de Aduriz.

Estadísticas de Alves

«¡Qué portero más bueno tiene el Valencia!», me dijo un compañero de Inglaterra, «sin él estarían 9-1». Bueno. No le quito la razón por el partido de ida, pero siempre he creído que los delanteros aparecen en los partidos importantes y sobre el tema de la portería, no por parar diez jugadas y encajar dos goles en un equipo de la zona baja de la clasificación, significa que seas el mejor portero del mundo. En los equipos grandes hay que parar cuando te llegan y desgraciadamente, en el 1-0, Diego Alves dudó entre salir o quedarse bajo palos cuando el balón se iba hacia el exterior… Cesc aprovechó esas dudas. Es cierto que después mantuvo vivo al equipo, pero ya se le había dado al Barça la ventaja que quería.

Uso de la inteligencia

Ver a Rami intentar driblar a Alexis al borde del área sin tener a nadie cubriéndole la espalda es para darse cabezazos contra una pared. ¡Te van a matar! No me parece mal la filosofía de salir con el balón jugando desde atrás, pero el futbolista tiene la responsabilidad de tomar las decisiones adecuadas en función a las situaciones de juego y tanto el francés como Víctor Ruiz en ocasiones esporádicas desesperaban a los mil fieles que les veían a lo lejos porque ahí el Barça te puede matar. Para colmo, cuando empezaron a descubrir espacios al contragolpe llegó la expulsión evitable de Feghouli cuando iba a reemplazarle Piatti… Fueron demasiados palos para estar en la final, pero al menos se vaciaron.

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