Moltó se proclamó campeón del Individual Bankia en la modalidad de raspall tras superar en la final a Waldo por el tanteo de 25-15. La partida tuvo lugar en el trinquet de la Llosa de Ranes que registró un lleno absoluto.

La partida fue excelente; tanto que incluso los aficionados de mayor edad señalaban que ha sido la mejor final de la historia del campeonato. Y aunque habría que echar mucho la vista atrás para confirmar este hecho, ya que son veintinueve ediciones del mano a mano, lo cierto es que la confrontación fue sumblime y un regalo para espectador.

Los dos contendientes se vaciaron en la cancha. Moltó hizo de la potencia de pegada y de su privilegiada condición física sus principales armas mientras que Waldo tiraba de calidad e intención para contrarrestar el ímpetu de su rival.

Los primeros compases, sin embargo, no transcurrieron con la excelencia del resto de la confrontación. De hecho, más de uno pensó que la victoria de Moltó iba a ser más placentera según lo visto en el parcial inicial.

Tras ganar la ´reballà´ Waldo eligió comenzar con el saque desde el dau. El de Oliva buscaba la zurda del debutante o la ´careta´ como segunda opción pero la violencia de pegada no era excesiva y ello permitía a Moltó restar con pelota de quinze. Y efectivamente el de Barxeta sumó con cierta autoridad.

Fue a continuación cuando comenzó el verdadero espectáculo. Waldo subió una marcha y en el resto desplegó su juego preciosista pese a que el de enfrente enviaba obuses. Y después de mucho bregar el diez veces campeón metía el miedo en el cuerpo a Moltó y a sus incondicionales sumando tras anular una ventaja previa de Moltó.

Tras esto se mantuvo la intensidad y los dos pilotaris pasaron decididamente al ataque. La táctica era castigar al otro buscando la zurda o moviendo la vaqueta de lado a lado y se sucedían los quinzes que hacían vibrar al respetable y las jugadas inverosímiles por la acción y reacción de ambos.

Bajo este juego espectacular fueron cayendo los juegos. Después de la igualada a 10 vino el empate a 15 y ahí se quedó Waldo. Pero hasta la conclusión la igualdad fue máxima y los méritos muy parejos. Pero se impuso la savia nueva a la sabiduría del maestro, que lo primero que hizo al concluir la final fue quitarse la camiseta para cederle a Moltó su color rojo, el destinado a los campeones.