El austríaco Bernhard Kohl, positivo por CERA durante el pasado Tour de Francia, en el que había acabado tercero y rey de la montaña, narró al diario "L'Équipe" sus prácticas dopantes durante toda su carrera y aseguró que todo el pelotón consume productos prohibidos.

"No se pueden ganar grandes pruebas sin doparse", afirmó el ex ciclista, que no pidió un contraanálisis de su positivo y que anuncio que dejará el ciclismo de forma definitiva incluso antes de que le suspendieran.

"Estoy convencido de que los diez primeros (del pasado Tour) podrían haber sido positivos" por CERA, dijo el ciclista, quien señaló que en el pelotón existía la convicción de que esta EPO de última generación no podía ser detectada.

Kohl afirmó que cuando apareció el positivo de Riccardo Ricco, el primero por esta sustancia, pensó que el italiano se había equivocado en la dosis o en el día de toma del producto, por lo que no le dio más importancia.

"Pero cuando la Agencia Francesa de Lucha contra el Dopaje (AFLD) dijo que procedería a nuevos análisis tras el Tour, entonces acusé el golpe. Pero me dije que yo estaba muerto pero que todos estaban muertos. ¿Qué iban a hacer las autoridades francesas? ¿Suprimir la clasificación completa del Tour? Pensé que no se atrevería", afirmó.

El austríaco desconfió de la eficacia del pasaporte biológico puesto en marcha por la Unión Ciclista Internacional (UCI) para luchar contra el dopaje.

"Los corredores de alto nivel son tan profesionales en su dopaje que saben lo que hay que hacer para que sus valores sanguíneos estén estables y escapen a la sospecha", aseguró.

Kohl narró cómo la preparación del Tour de Francia comienza al final de la edición del año anterior.

En agosto de 2007, con ayuda de su representante, Stefan Matschiner, se extrajo sangre que, tras el esfuerzo del Tour, tenía un elevado nivel de glóbulos rojos.

Con una segunda extracción en noviembre de 2007, el ciclista juntó dos litros de sangre.

"Corrí el Tour de 2007 sin un protocolo de dopaje de alta gama.

Decidí que fuera en 2008 cuando hiciera el máximo, con una verdadera planificación", añadió.

La única práctica antidopante importante a la que recurrió durante el Tour fue la autotransfusión de su sangre, aunque con anterioridad había consumido EPO (incluida la CERA por la que dio positivo), hormona del crecimiento e insulina.

Durante la carrera se inyectó tres bolsas de medio litro de sangre, una tras la sexta etapa, otra antes de los Pirineos y una antes de los Alpes. Aunque tenía una cuarta bolsa, no la utilizó.

"Con una bolsa de medio litro los parámetros sanguíneos no sufren variaciones sospechosas. Mi representante me daba también productos para diluir el hematócrito", narró para ilustrar por qué no fue sospechoso durante la carrera.

"Además, hacíamos las transfusiones 48 horas antes de las etapas capitales", añadió para asegurar cómo burlaban los controles de la UCI, que se hacen la víspera de las grandes citas.

Kohl aseguró que su representante era quien organizaba el dopaje, quien se encargaba de viajar a Austria para recoger las bolsas de sangre y quien se las inyectaba en la habitación de su hotel.

"Se ocupaba de todo y teníamos un contrato moral: le pagaba el 10% de lo que ganaba", afirmó.

Aunque negó que existiera un dopaje organizado en el seno del equipo Gerolsteiner, Kohl señaló que sus responsables debían tener "una cierta intuición".

El austríaco aseguró que le hubiera gustado contar su experiencia a la UCI para evitar "que se siga engañando al público".

Pero culminó: "Mientras el consumo de sustancias dopantes no sea penado judicialmente, que los muchachos no vayan a la cárcel por eso, las cosas no cambiarán".