Ryder Hesjedal (Garmin), un gigante canadiense forjado en la bicicleta de montaña, conoció la gloria en el Alto de Velefique, cumbre de la duodécima etapa en la que el holandés Robert Gesink (Rabobank), tercero, logró ocho segundos de bonificación que le permiten alzar la voz como candidato a la Vuelta, ya pisando los talones al español Alejandro Valverde, que conservó el maillot oro.

Hesjedal, protagonista de la fuga del día, conquistó la inédita meta de Velefique en duelo mano a mano con el español David García Dapena (Xacobeo), que cedió en los últimos metros ante la fuerza del canadiense. A los 28 años se estrenó en la Vuelta, logró la segunda victoria del Garmin y abrió su cuenta de la temporada.

La tercera plaza fue para Robert Gesink, que ratificó su condición de candidato con un ataque seco y fulminante a dos kilómetros de meta que dejó plantados a los favoritos, que no pudieron responder. Entró junto a Ezequiel Mosquera (Xacobeo) a 6 segundos de Hesjedal y sacó 10 segundos, aparte de los 8 de bonificación, a Valverde, Evans, Basso, Danielson y Samuel Sánchez.

Un detalle de clase de Gesink, un joven de 23 años con pedigrí de escalador que hace soñar a la afición holandesa. Un corredor de futuro que debutó como profesional en 2005 y que ya fue octavo en la Vuelta hace un año. En el pasado Tour se cayó y a la media hora del accidente ya estaba pensando en la ronda española. Genio y ambición que se plasmó con el golpe en la mesa que dio en la cumbre almeriense.

Una forma de alzar la voz juvenil ante los ilustres. Valverde logró mantener el maillot amarillo, pero recibió un aviso importante en la primera gran etapa de montaña de la trilogía andaluza. El líder del Caisse D'Epargne no parece imbatible, como dijo Basso.

El australiano Cadel Evans (Silence) se mantuvo a 7 segundos de Valverde. Y tercero, a 18 segundos, aparece Gesink, el único corredor que rompió la disciplina impuesta por el equipo del líder a lo largo de la etapa.

La Vuelta cobra emoción por las apreturas en el furgón delantero.

Nadie domina y con los premios de la bonificación cualquier cosa puede suceder en las dos próximas etapas con final en Sierra Nevada y La Pandera.

Del nivel del mar en Almería a los 1.810 metros de altitud del inédito Alto de Velefique, a lo largo de 179 kilómetros, con una inversión de cinco horas y media en el trayecto. Todo ese tiempo es el que se tiró el Caisse D'Epargne controlando la carrera en defensa del oro de Valverde. Los de Unzue se pusieron el mono de trabajo desde el banderazo de salida. Todo el equipo al frente por la sierra almeriense. Y los demás a rueda en espera de acontecimientos.

Ajenos a la estrategia del líder y sus hombres, fueron abriendo camino 11 valientes al paso por Tabernas, por el puro desierto del "espaghetti western". Algunos de la nobleza del ciclismo, dispuestos a "pegar tiros" en la etapa. Allí estaba, por ejemplo, el triple campeón mundial Oscar Freire. El cántabro está a punto de dejar la Vuelta, lo hará en Granada, pero antes quiso prestar el penúltimo servicio al Rabobank, antes de ponerse a pensar seriamente en el Mundial de Mendrisio.

El grupo cabecero salvó el primer paso por Velefique con 7 minutos de adelanto sobre el pelotón del comandante Valverde. Un puerto exigente, de 13,3 kilómetros que se adentra en una montaña árida y pedregosa, bonita, diferente, con un paisaje en cada curva.

Un chequeo a un ascenso que había que afrontar en el capítulo final de la jornada.

Sin cambios en el siguiente puerto de primera: Calar Alto, a 1.980 metros, un prolongado ascenso de 24 kilómetros por la Sierra de los Filabres que culmina junto al observatorio astronómico.

Ninguna estrella destacaba por sus innumerables curvas. Si acaso, el kazako Vinokurov empezó a vivir su calvario particular poco antes de retirarse junto a su compañero Jose Luis Rubiera. No está el líder del Astana para muchos trotes. Los dos años de arresto le pasan factura. En la cima que alberga un telescopio de 1,5 metros de diámetro la renta del grupo de vanguardia se mantenía en torno a los 8 minutos.

La carrera espabiló en las inmediaciones de Velefique (segundo paso), cuando el gallego David García Dapena tensó la cadena en la fuga. Los escapados se fueron desperdigando a medida que el asfalto apuntaba al cielo cada vez más cerca. Por detrás los hombres de Valverde seleccionaron el grupo de favoritos en torno a los 20 corredores. Duelo en cabeza por llevar el timón: el bielorruso Kiryienka de Caisse y el polaco Szmyd del Liquigas. Valverde versus Basso.

García Dapena se lanzó por la segunda etapa xacobea, pero recibió la visita de Hesjedal, un rodador que se hizo profesional en 2005 con la camiseta del Discovery Channel, cuando Armstrong aún ganaba el Tour. Juntos acordaron llegar hasta las inmediaciones de la cima, a ese punto en el que ya nadie conoce a nadie. Ahí el canadiense arrancó para acabar de un plumazo con el sueño del pontevedrés.

Entró eufórico el pivot de 1.90 que milita en el Garmin, el equipo de Farrar, que ganó en Caravaca.

Por detrás, Kiryienka reventó de tanto tirar en cabeza y cedió los trastos a Dani Moreno. Nadie se movió, excepto Mosquera, que metió la directa y se marchó.

Luego Gesink, con la camiseta abierta, a pecho descubierto, decidió presentar su candidatura. A dos kilómetros de meta se disparo como una flecha, en un arranque a lo Contador. Nadie le siguió. Se exprimió a fondo, boqueando con un pez para alcanzar un significativo tercer lugar.

Un aviso para los favoritos. Que la juventud viene pisando fuerte y nadie tiene la Vuelta ganada. No hubo tiros al final, pero si un tirón de orejas para algunos. A que sí, Alejandro.