La liga profesional (Circuit Bancaixa hasta ahora) tiene su primer antecedente en el año 1952, cuando la federación de la época organizó un torneo que fue un despropósito, ya que se incluyeron a todos los jugadores sin distinción de categorías. Esto debilitó mucho a los equipos, la mayoría tríos.

Pero hete aquí que el maestro Juliet d´Alginet se plantó y dijo que no disputaba un campeonato para dilapidar su prestigio. Le pusieron de pareja a Pelets, jugador con el que Juliet entendía no era suficiente para hacer un papel digno. Se negó a participar y le sancionaron a no jugar durante el tiempo que duró dicho campeonato, varios meses. Al final ganaron Roget y Patet, ambos de Carlet; y Juliet acató el castigo pero luego penalizó a todos los trinquetes participantes. Y les obligó a pagarle cuatro mil pesetas de la época (hace 60 años) en la primera partida que le contrataran después de aquel torneo, que ha sido recordado más por la polémica con Juliet que por otra cosa, pues varias partidas aplazadas, al final ni se disputaron. Cómo sería la valía de Juliet, que los empresarios pagaron sin rechistar.

Rivalidad con Quart

La rivalidad entre Juliet y Quart fue una época corta pero brillante, ya que Quart declinó a partir de 1948 por razones de edad. En 1949, en la Fira de Guadassuar, este último acuñó una frase que se usa mucho cuando un bando cobra mucha ventaja. Tenía Juliet ventaja de 55-10 contra Quart.

La gente ya salía del trinquet y Quart preguntó que adónde iban con «tanta prisa». Alguno contestó que «a cobrar» sus apuestas. Y Quart replicó que «no se´n vagen, que encara pega sol en la torreta» o algo similar. Lo cierto es que Quart empezó a jugar con ímpetu y llegó a 55 tantos ganando todas las apuestas, aunque luego la partida fuera para su rival.

Suret I, ya fallecido, y Enrique II fueron a jugar un domingo a Onda. Y cuando se apearon del autobús con aquellos maletines de madera en los que llevaban el equipaje, los confundieron por el árbitro y su ayudante. La gente les rodeó e intentó amedrentarles para que ayudaran esa tarde al equipo local. Suret les tranquilizó y prometió que pitaría varios penaltis a su favor y así les dejaron marchar tranquilos. Pero él mismo declaró que no sabe lo que ocurriría después en el campo cuando vieran quien era de verdad el árbitro del partido.