La novena etapa del Tour de Francia del año próximo, con final en Andorra-Arcalís, será muy parecida a la que acabó en el Principado en la pasada Vuelta a España, algo que regocija al organizador de la ronda española, Javier Guillén. «Estoy contento si hemos podido inspirar con la etapa de Andorra. Quedó suficientemente bien para que el mundo del ciclismo pueda seguir disfrutando de ella, por eso me alegro mucho que el Tour haya incluido una etapa en Andorra. Todos sabemos que habrá un magnífico espectáculo».

La próxima edición del Tour se decidirá en una etapa con final en Morzine pero no en alto, con la última cota a una decena de kilómetros de la meta, algo que también hizo la Vuelta en su pasada edición.

La otra gran novedad estará en Suiza, con un nuevo puerto en un paisaje extraordinario, en la cara helvética que admira el Mont-Blanc. El director del Tour, Christian Prudhomme, respondió así cuando le preguntaron por la ausencia de los coles míticos de la carrera. «Atención a la etapa de Émosson». Solo quedarán dos jornadas antes de que el pelotón se pasee por los Campos Elíseos cuando deberán hacer meta en los 10,4 kilómetros que llevan hasta Finhaut-Emosson, con una pendiente media del 8,4 %.

Por otra parte, el Tour cede a la montaña mayor protagonismo, matizado por dos accidentadas cronos que devuelven equilibrio a la prueba tras el experimento de la pasada edición, con apenas 13 kilómetros cronometrados, la menor distancia desde 1947.