El abandono de Joan Barreda por una inoportuna rotura de motor al comienzo de la especial de Uyuni, en Bolivia, conmocionó por segundo año el Dakar y el motociclismo valenciano, que tiene en el castellonense la gran esperanza para asaltar un palmarés inédito. Sin el de Torreblanca, la Comunitat Valenciana se ha quedado huérfana de pilotos para esta última semana de competición, pero no de dakarianos, pues hasta tres expilotos trabajan a la sombra de otros participantes durante esta edición del rally más duro del mundo.

Julián Villarrubia dejó la moto hace un año por recomendación de Rafal Sonik, piloto de quad polaco al que hacía de mochilero, que prefirió tenerlo en el vivac preparándole las etapas y el roadbook. Todo un acierto, pues en 2015 Sonik conquistó por fin el Dakar. El de Requena, un "amateur privilegiado", como le gusta definirse, saboreó dicho triunfo como suyo después de cuatro ediciones en moto en Sudamérica: 2009 „acabó 35º, su mejor resultado„, 2010, 2013 y 2014. En esta edición no pudo ser, y la Yamaha de Rafal gripó en la quinta etapa. "Daba la sensación de que corría más que el año pasado y que podríamos haber revalidado el título o estar en el podio, pero la mecánica es así y por vez primera en cuatro años se ha roto la tapa del embrague. Pese a llegar remolcado y perder toda opción, me dijo que continuábamos la carrera para seguir aprendiendo. Ni él quiere volver a Polonia ni yo a España, al fin y al cabo tenemos los billetes para el 17 de enero. Y ya pensamos en volver para ganar en 2017", explicó a Superdeporte Villarrubia, que lamenta el abandono de Barreda: «Un putadón. Otra vez».

Más dolido que él está Carlos Solano, que regresó al Dakar como mecánico en HRC gracias a Joan Barreda, al que conoce desde sus inicios, con el que llegó a competir en enduro y al que visitaba asiduamente en su taller de motos. Con 43 años, diez más que el de Torreblanca, este lo reclutó para tener a más gente de confianza, y con su llegada apuntaló un equipo en el que figura desde hace 26 años su fisio y osteópata particular Jordi Zaragozá, de esta misma localidad.

Carlos Solano, con dos Dakares en África a sus espaldas (1998 y 2001), tiene a su cargo la CRF450 Rally de Paolo Ceci, quien remolcó a Barreda durante 500 km. Por eso no entiende cómo se paró el motor. "A Joan el año pasado lo veía ganador ya. No le podían quitar la carrera si no era por la mecánica, y es lo que pasó. Los ingenieros japoneses pidieron disculpas por no haber sido capaces de hacer una moto ganadora". «Este año no esperábamos que pasaría esto», añade. "Hemos trabajado mucho con la moto y la veíamos muy mejorada y con mayor fiabilidad. Más simplificada, sin depender tanto de la electrónica. Pensada más para evitar averías que para buscar potencia extrema», comentó el castellonense, cuya condición de expiloto le permite ponerse en la piel de cualquiera de los participantes. Incluso revela que los cinco mecánicos de HRC hacen los enlaces en vehículos distintos. «Así siempre hay uno cerca y no quedan todos fuera de combate. Estaba todo atado para ganar el Dakar".

Por último, Paco Ivars, campeón autonómico de resistencia Enduro, es mecánico de la ´Roja´ del Dakar, el equipo Himoinsa, con cinco pilotos españoles. El calpino cuida de las motos de Dani Oliveras y Rosa Romero, igual que hizo en 2009 en el equipo Epsilon y en 2012 en el de la campeona Laia Sanz.