Anabel Medina dejó atrás en París toda una carrera de éxitos, pero también sinsabores, en individuales. Desde entonces se ha centrado exclusivamente en el dobles, con un solo objetivo, estirar hasta los Juegos Olímpicos de Río el tenis que la ha convertido en la deportista valenciana más laureada de su especialidad, con dos títulos de Roland Garros y la medalla de plata de Pekín. Y lo ha conseguido. A pesar de sus lesiones de rodilla y de unas molestias en el hombro que le hicieron abandonar al último torneo. «He estado recuperándome con el fisio hasta esta semana, pero llego sin problemas», aseguró horas antes de viajar a Río, donde anterrizó el pasado viernes. «Cada vez que vas a los Juegos es especial, cada vez que he competido llegas en una situación diferente, y estos también lo son, pero sobre todo porque serán mis últimos Juegos Olímpicos», dice consciente de una realidad que comparte con su pareja de dobles, la también valenciana y con sus mismos años Arantxa Parra.

Relacionadas

Pero que nadie las dé por acabadas. «Estamos con muchas ganas de vivir el día a día en la Villa Olímpica, y de lucharlo por hacerlo lo mejor posible», comenta Medina, consciente de que es posible «hacer algo grande» como apunta su compañera. «Depende del cuadro que haya, hay jugadoras muy duras y parejas muy complicadas, y el sorteo puede ayudar a alcanzar las rondas finales, si tenemos un pelín de suerte... Llevamos un año muy bueno y hay que intentar ir a hacerlo lo mejor posible y dar el máximo. Se puede soñar con una medalla». No en vano, ambas suman cuatro títulos desde que Medina se atrevió a cambiar de lado y jugar en la derecha en Amberes. Ganaron. Y este año repitieron en Acapulco, Monterrey y Estrasburgo. No como en Londres, recién conjuntadas. «Al final me convenció para que me puesiera yo en la derecha en Amberes. La verdad es que me he adaptado bastante bien y ahora me encuentro bien jugando ahí. Ha sido fácil la adaptación. Vamos a Río con ganas de hacerlo bien, más que como revancha de Londres. Los Juegos son especiales y siempre quieres brillar. Hace cuatro años no llegamos en las mejores condiciones porque nos juntamos solo dos meses antes pero ahora llegamos más preparadas y con muchas ganas», explica Medina.

Y eso pese al clima de inseguridad o al temor de contagiarse del virus Zika. No es algo que le quite el sueño. «Llevamos repelente. Hay gente que tiene intranquilidad, otros están alarmados, pero si se toman todas las precauciones necesarias no lo veo muy preocupante. Está claro que para las embarazadas o las que quieren quedarse en estado, sí que es complicada, pero no para nosotras que estamos compitiendo. Otra cosa es que te pique el mosquito y te genere otros síntomas como fiebre, que para competir sí que te pueden molestar, pero para lo demás...», apunta.

Más allá de los Juegos Olímpicos, y cumplir el sueño de una nueva medalla, a la ´xiqueta de Torrent´ le quedan otros objetivos que cumplir a corto plazo en este deporte. Antes de colgar la raqueta, apunta al Masters que se les resistió hace un año. «El objetivo es acabar el año y ver la situación en la que termino, pero quiero intentar jugar uno de los dos Masters que hay, estar todo el año a tope para entrar en alguno. Si no el de las ocho mejores parejas del mundo, el de las ocho siguientes. Es una segunda opción que también es una bonita experiencia». Pero sin duda, el que marcará su transición deportiva es el torneo ITF 25.000$ que dirige y que celebrará su primera edición en noviembre en el CT Valencia. «El BBVA Open Ciudad de Valencia es un torneo que nace este año y tenemos el objetivo que dure muchos más y que vaya creciendo, subirlo de dotación económica y que sea referente en España a nivel femenino. Ojalá en un futuro pudiera convertirse en un torneo WTA. Sería un objetivo cumplido, pero para eso falta mucho. No es fácil conseguir patrocinadores». Con 39 títulos, 28 de dobles con hasta 16 parejas distintas, y once individuales y número 16 del mundo en su mejor momento, Medina tiene las ideas muy claras. Sobre su futuro, y sobre lo que hacer en Río, que no es sino volver con medalla al cuello.