El karateca valenciano Pepe Carbonell volvió en el día de ayer a casa después de participar en el Mundial de Linz, en Austria, durante la pasada semana. Carbonell regresó con un nuevo metal en la maleta, esta vez de bronce después del oro conseguido en Bremen en 2014 en katas por equipos. Se han bajado dos escalones en el podio, pero eso no es motivo de frustración para Pepe, sino todo lo contrario. "El balance general del campeonato es bueno porque conseguir dos medallas mundialistas de forma consecutiva no está al alcance de todos", señala Carbonell, quien aún así reconoce que iban a Linz a defender su oro. "Es cierto que teníamos altas expectativas, pero en este deporte no es habitual que un país repita título porque el nivel es muy alto", asegura.

El equipo español de katas, formado por el propio Pepe Carbonell, Damián Quintero y Fran Salazar, realizó una buena primera fase ante rivales nada fáciles como Marruecos, que está realizando un gran trabajo en los últimos años. El pase a semifinales se consiguió como era el objetivo, pero en la lucha por la final se cruzó el rival más temido, Japón. "Era la selección que todos querían evitar porque, al no conseguir medalla en el último Mundial, no partía como cabeza de serie. Finalmente nos tocó a nosotros", afirma Carbonell. En un duelo muy igualado, los nipones se llevaron el triunfo y el pase a la final. "Las sensaciones tras la derrota ante Japón no fueron buenas porque pensamos que merecimos mucho más. Sin embargo, hemos demostrado que somos un equipo fuerte mentalmente y logramos una medalla que es la recompensa a todo el trabajo de estos meses", comentó el valenciano.

El oro era ya imposible, pero quedaba pelear por el bronce y enfrente iba a estar Malasia, otra de las potencias mundiales de este deporte. "Sabíamos que iban a ser unos rivales muy duros, pero hemos trabajado mucho todo el equipo para llegar hasta aquí. Esta es la sexta medalla en cuatro años. Creemos que vamos por el buen camino para Tokio. Estamos pletóricos", afirma. Precisamente, el hecho de haber sido nombrado este verano oficialmente deporte olímpico a partir de 2020, le ha dado otra dimensión al kárate. "Ya venía notándose, pero esto ayudará a que el profesionalismo se extienda mucho más", asegura Carbonell.

En cuanto a sus posibilidades de estar en la cita olímpica, el valenciano es todavía muy cauto. "Solo podrán ir diez karatecas de todo el mundo y uno por país, así que no será nada fácil. Todavía queda mucho para 2020, pero tanto yo como mis compañeros de selección vamos a trabajar al máximo por poder conseguir una de esas plazas", asegura el doble medallista en campeonatos del mundo, que sueña con estar en Tokio 2020.