La entrada en el ‘circo’ olímpico le ha dado al rugby una presencia mediática como quizá nunca había tenido en España. Sin embargo, en la Comunitat Valenciana la tradición y la pasión por este deporte se remonta a décadas atrás; y una buena prueba de ello es la familia Gimeno. Con Toni, el padre, como uno de los pioneros del deporte en Valencia y piedra angular del CAU; y ahora con su hijo Álvar, de apenas 19 años, que toma el relevo generacional y promete muchas alegrías. Apertura titular del Complutense Cisneros, este pasado noviembre debutó con la selección española absoluta, conocida como el XV del León. Jugar en el extranjero, clasificarse para el Mundial de Japón 2019 y los Juegos Olímpicos de Tokyo 2020 son sueños que aparecen en el horizonte, pero la realidad del rugby obliga a mantener los pies en el suelo. Afortunadamente, con su padre al lado, será difícil que los despegue sin motivos para hacerlo.

El rugby como forma de vida

«Yo nací ya con una pelota de rugby». Así de fácil explica Álvar Gimeno cómo es su relación con este deporte. Al haber nacido en diciembre, siempre ha sido el más pequeño de su equipo, pero como asegura su padre, eso ha sido casi más una ventaja que un inconveniente. «Ha tenido que utilizar otros recursos que otros jugadores no han necesitado porque eran más poderosos físicamente», reconoce Toni Gimeno, quien lo conoce mejor que nadie no solo porque sea su padre, sino porque ha sido su entrenador en todos los equipos en los que ha estado hasta que con 17 años fichó por el Cisneros.

A Toni siempre le ha gustado trabajar de esta manera. Entrenador referente a nivel nacional e internacional, coge a una generación de jugadores desde bien pequeños y los entrena a lo largo de todas las categorías. Como no podía ser de otra manera, la generación del 97, la de su hijo, fue una de esas afortunadas. «Al ser mi padre un gran entrenador y haber podido estar toda mi carrera con él, tanto yo como mis compañeros de generación hemos tenido una gran formación y nos ha sido más fácil la transición al senior», confiesa Álvar, quien eligió irse a Cisneros por motivos de formación académica. «Me ofrecían residir en un Colegio Mayor y un alto nivel de rugby, y por ahora estoy muy contento», asegura. Su padre reconoce que «tuvo mucha suerte porque llegó con 17 años y desde el principio apostaron por él como titular en una Liga en la que cada vez hay más extranjeros».

Tras una exitosa carrera con las categorías inferiores de la selección española, con un título europeo sub-19 y dos subcampeonatos, uno europeo y otro mundial sub-20 en Zimbawe; en noviembre le llegó la oportunidad de debutar con la absoluta. Disputó dos ‘amistosos’ -en el rugby se dice, con razón, que no hay amistosos- de la ventana de ‘Test Matches’ de invierno contra Tonga y Uruguay. Fue su primera experiencia y espera que no sea la última, pues el Mundial de Japón 2019 y los Juegos Olímpicos de Tokyo 2020 son un sueño muy apetitoso. Eso sí, para llegar a estas citas, especialmente a la de 2019 con el XV del León, la Federación Española ha apostado por una política algo polémica, y que consiste en traer a la mayor cantidad de jugadores franceses, con padres o abuelos españoles, para elevar la calidad del equipo. Toni Gimeno tiene una opinión clara al respecto. «Si es lo que yo haría no lo puedo decir porque no soy el director deportivo de la Federación. Eso sí, la apuesta ha sido esta y todo el rugby debe estar detrás porque son dos años muy importantes. Al final los que traen son jugadores profesionales, y sin profesionales es imposible pensar en Japón 2019», asegura Toni, esperanzado en que este deporte al que considera «invisible, que no minoritario», obtenga finalmente el reconocimiento que merece.

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