Al valenciano Joan Barreda le faltaron kilómetros para consumar su remontada en la que iba a ser la edición más dura del Dakar en Sudamérica y que se convirtió al final en la más corta de la historia al otro lado del charco y, probablemente, de los 29 años anteriores en el continente africano. «Al final ha quedado un Dakar más corto de lo normal, con casi la mitad de horas de competición que otros años», lamentaba ayer en el podio de Buenos Aires la española Laia Sanz, que tras una mala primera semana se encontró con dos suspensiones y dos recortes en otras dos jornadas que dejaron sin disputar a toda velocidad 1.427 km de especial, un 34 por ciento menos del total.

Cuando Marc Coma presentó la prueba

, había previsto 4.119 km de lucha contra el crono en doce jornadas, la cifra más baja de las nueve ediciones sudamericanas del Dakar, y la cuarta en la historia de la prueba. Solo los tres primeros años estuvo más limitada la pelea entre los favoritos, con 3.168 km en 1979, 4.059 km en 1980, y 3.357 km en 1981. En el lado contrario, el Dakar tocó techo con la suma de las especiales de 1987 y 1990, con 8.315 y 8.864 km respectivamente.

En esta edición recién finalizada con la ceremonia del podio celebrada el pasado domingo en Buenos Aires, los supervivientes han acabado recorriendo 2.692 km a todo gas. Las lluvias y las inundaciones impidieron correr sobre los 527 km de la sexta jornada, la etapa reina (‘SuperBelén’), así como en los 406 de la novena etapa. Entre estas, la séptima se recortó en 161 km, la octava en 75 km, y antes lo fue la quinta en 258 km. Toda una sangría que lastró las opciones de Barreda en su séptimo Dakar tras la hora de penalización al equipo en la cuarta etapa «por unas diferencias de criterio en el repostaje», según la versión oficial de Honda, que se reserva la posibilidad de seguir apelando hasta el TAS.

El valenciano ganó 4 etapas, como en 2013, 2014 (logró 5) y 2015, y acumula ya 18 victorias parciales, superando en una una al italiano Edi Orioli, que ganó el Dakar con Honda en 1988. Además, ha demostrado una mayor madurez al no cometer apenas errores, y ha contado con la mejor moto de sus cinco años con la marca japonesa, robusta y sin las averías que arruinaron anteriores ediciones, como la de 2016, su segundo abandono. Él mismo se encargó de desarrollarla para que resistiera hasta tres Dakares seguidos, como comentó a SUPER antes de tomar la salida en la inédita Asunción (Paraguay).

Allí empezó un Dakar que, además de ser el de menor kilometraje, ha sido también 11 horas más corto que las dos ediciones más rápidas de Sudamérica. En concreto, las 32 horas y 6 minutos con los que Sam Sunderland ha hecho historia para Gran Bretaña con su primer tuareg en motos, quedan muy lejos de las 43 horas y media que necesitó Cyril Despres en 2012 y 2013. Y a todo un abismo de las 54 horas y 50 minutos que precisó Marc Coma para coronarse por cuarta vez en 2014, la edición con menor porcentaje de finishers, un 44 por ciento. En cambio, en la que iba a ser la más dura, apenas abandonó uno de cada tres participantes, acabando el 66 por ciento, muy cerca del récord de 2013 con el 68 por ciento.