El entrenador del Euro Levante iba a ser Manolo Preciado. De exclusivo consumo interno, pero era la suposición que llegó a circular por el vestuario. Es más, quienes alumbraron la teoría sólo se convencieron de que no cuando el pasado martes se solaparon dos noticias sobre los que, Luis García mediante, son los mejores técnicos de la historia azulgrana. Por un lado, la continuidad de Juan Ignacio; por el otro, la llegada de Preciado al Villarreal. Más allá de una visita fortuita a la caseta, en realidad no existía base para darle carrete a la especulación, sobre todo porque incluso cuando peor pintaba lo de JIM no era el del cántabro el nombre que le hubiese hecho tilín a un Manolo Salvador que tampoco es que abriese la boca. Orriols tiene campos magnéticos que fueron, son y serán siempre míticos, amén de algún cable pelado para dar la corriente.

Candidato, pero inaccesible

A diferencia de su largo periplo en Gijón y su racinguismo militante, Preciado fue fugaz en el banquillo del Levante. Sin embargo, consiguió en un año lo que el club llevaba persiguiendo casi 40. Y, aun así, no era por su gesta deportiva por lo que se le agasajaba cada vez que volvía. Fue un gran entrenador, pero por encima de eso el levantinismo percibió en él la grandeza de su normalidad, espontáneamente premiada en el momento cumbre de la gala del Centenario. Dicen sus amigos que tenía una espinita clavada con el Valencia y el Athletic. Para el mundo granota, también con el Levante, para el que fue un candidato tan eterno como inaccesible. Primero por merecido caché; luego porque nunca estuvo libre cuando pudo ser.

Siempre será técnico granota

La verdad. Cuando Luis García se fue, Salvador pensó primero en Oltra, apalabrado por el Depor, y luego en él por si salía el encaje de bolillos, que fue que no. Eso sí, Preciado siempre estuvo dispuesto a aportar luz sobre esto y aquello, a ponerse al otro lado del móvil, a quedar con los suyos cuando volvía por Valencia. Conocidos y anónimos granotes le despidieron ayer. Siempre será su míster del Levante.

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