El Levante cayó el lunes donde habría acabado hace un año sin Keylor. Por si no estaba ya suficientemente claro, ahí está lo de Caparrós, que se despidió ayer recordando para más inri que cuando le surgió lo del Granada no se lo pensó «dos veces». El club casi la caga renovándolo, aunque por fortuna el utrerano pegó la espantada, cuyo detonante fue una cláusula de escape para no pagarle dos años si lo echaban antes. Hay quien aún piensa en el Ciutat que Quico nunca debió palmar una negociación que derivó en el fallo de Mendilibar, pero el problema no fue ése sino la generalizada falta de reflejos para frenar la inercia negativa que un extraordinario portero había camuflado. Salvo giro drástico y con independencia de las vías abiertas en el mercado, el equipo va a estar columpiándose sobre el alambre, ya sea por arriba o por abajo, hasta final de temporada. Hay que marcar goles, hay que ganar partidos y hay que sufrir por un objetivo que la temporada pasada se consiguió de una manera bastante engañosa.

Mariño, Jesús y Asier Riesgo

La sombra de Keylor es alargada y un lastre para Mariño y Jesús, claramente perdedores en cualquier comparación que se haga. El listón para Asier Riesgo, al que ya quiso Mendilibar, también va a estar muy alto. Manolo ha valorado otras opciones, pero al estilo de José Mari y de lo que puede acabar ocurriendo con Uche ha apostado por el consenso con Lucas, que lo conoce de primera mano de su etapa en el Recreativo. Al final el tema del portero tiene en común con el del banquillo que empezó también con una negociación fallida, en este caso la del portugués Eduardo, al que Caparrós también tiró los trastos.

Reencuentro con la afición

Se puede discutir que al equipo tal vez no le llegue por calidad, pero no por intensidad. Cortar de raíz con la desconexión entre el césped y la grada, la cual ha acabado yendo a más desde Caparrós, es una urgencia. Ese lunes hay otra finalísima ante el Elche y el levantinismo no puede continuar de uñas. En contra de los intentos por silenciarlo, la afición se merece saber con luz y taquígrafos todo lo que está pasando, desde las conversaciones positivas en el vestuario a las negociaciones abiertas en los despachos. No hay mejor manera de compartir la urgencia que existe en este momento por aferrarse a Primera.