El que no quiera creérselo, que no se lo crea, pero para el Levante es un alivio que David Barral se marche. Suena raro, porque tenía una oferta de renovación con la que habría sido el futbolista mejor pagado de los de la actual plantilla, por encima de los 650.000 brutos de Sissoko o los 700.000 que según el rumor que recorre el vestuario cobrará Verza. En apariencia, un ofertón. Sin embargo, tras esa fachada lo que había es una propuesta a la baja de sólo un año, muy lejos de los tres fijos a los que aspiraba y de los dos con los que se conformaba. El club, y esto es una sensación muy personal, ha tenido una habilidad especial para dejarlo retratado y así salir prácticamente indemne del adiós del que no deja de ser el máximo goleador de su historia en Primera. Y es que, al desvelar públicamente parte de las interioridades de la negociación, lo que ha quedado al descubierto es la incongruencia de que quisiera un plan de pensiones y se haya negado a firmar una pírrica cláusula de 25 partidos, requisito para que se ejecutara la segunda temporada de contrato. Al final, y esto va con mala leche, la única rúbrica ha sido la figurada que dejó sobre el césped. Un mensaje directo al palco en un momento en el que el runrún entre sus propios compañeros es que había ido de farol con lo de que tal vez ya era tarde. Va a ser que no.

Importante cambio de planes

Cuando no iba a renovar nadie

Con Barral se marcha un fichaje rentable que llegó libre para desempeñar un rol secundario pero que por las circunstancias ha terminado siendo de los más protagonistas. Alguien al que aun casando mal con el banquillo beneficia la competencia y perjudica la ausencia de ella, una de las claves sin duda para que el único resquicio por el que se contemplase su renovación fuese a base de incentivos. Un escenario, por cierto, que nada ha tenido que ver con los tiempos en los que llegó a estar decidido que no siguiera ni Barral ni excepto Morales ninguno de los demás que acababan contrato. Un corte que sobre la bocina sólo ha salvado y con dosis de polémica el capitán.

Jugador de carácter difícil

Enfados... hasta el último día

Sin Barral se va también un jugador de carácter difícil que no se atenía a leyes internas. Alguien culpable de que, según oyeron en las oficinas, Quico volviera a chillar de enfado hasta en su último día.