El objetivo de este artículo no es comparar a Lucas Alcaraz, taurino confeso, con Avispado, que para quien no lo sepa es el toro que mató a Paquirri. Es más, desde que le dieron la puntilla, si hubiese que equipararlo con alguno sería con Islero, el de Manolete. Aunque sea responsable de muchas, el objetivo tampoco es culparlo de las cornadas del Levante. Bueno, de todas no, pero como mínimo sí de dos de las trayectorias más graves. «Una para acá y otra para allá», como le explicaba Paquirri al doctor Eliseo Morán antes de operar: «Abra usted todo lo que tenga que abrir, lo demás está en sus manos. Y tranquilo». Más o menos, lo que vendrían a decirle Manolo y Quico a Rubi cuando el de Vilassar entraba a quirófano.

Dos trayectorias diferentesUna para acá y otra para allá

La cornada del Levante es fuerte, aunque afortunadamente no mortal de necesidad. Por un lado, está la trayectoria de acá: colista en la clasificación a las puertas de Navidad. Por el otro, la de allá: a nivel de estilo, confianza y geopolítica en la plantilla, ha habido que empezar casi de cero y eso no es tarea que se consiga de un día para otro. Son, sin duda, las dos principales heridas con los que se ha encontrado Rubi, cuyo margen de maniobra no es excesivamente holgado. Mañana juega su tercer partido en Gijón, una plaza peliaguda a la que los granotas acuden con urgencias, ya que tras el relevo las sensaciones han mejorado pero no los resultados.

Cornadas antes del colapsoCirugía y sutura: victorias

Cornadas hay más, y algunas de ellas las han recordado los últimos días bastantes de los que vivieron el colapso en primera persona. Sin embargo, a toro pasado no suponen amenazas vitales. Eso sí, en estos momentos no hay mejor cirugía ni puntos de sutura que ganar, la única medicina para no desangrarse en el fútbol.

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