Está claro que Rubi dijo lo que pensamos todos, porque a ver quién es el guapo que tal y como está la cosa no firma la permanencia en el descuento del último partido, que será por cierto en Vallecas, casi nada. Si es por firmar, se firma al mismísimo Javier Tebas para que sea nuestro abogado, al estilo Eibar, por si en junio le diese por descender a otro Elche. Pinta mal, no hay porqué engañarse. Es más, después de una temporada ahí abajo sin ganar dos partidos seguidos, la postura en la que se han instalado la mayoría de levantinistas parece la más inteligente, la de estar preparados para lo peor con la esperanza de llevarse una sorpresa antes que una decepción. Que es posible, sí. Que se puede, por supuesto. Pero que el margen es mínimo, también. Y en esto último es donde empiezan las lamentaciones, porque duele, y mucho, el riesgo tan real de bajar a Segunda con una plantilla tan buena. No todos, pero hay errores que se pagan y el fundamental ha sido la actitud ofrecida por algunos jugadores que a la postre han sido decepción en lugar de sorpresa (y que conste que no va sólo por Ghilas). Mientras queda vida hay esperanza y nada de lo que ocurra hoy contra el Betis será definitivo, ni para bien ni para mal. Ganar no te saca del descenso, pero sería un espaldarazo; empatar te deja una semana más con el agua al cuello; y perder? bueno, ¡mejor no perder!.

Unión y toma de decisiones: presidente, ¿a qué esperas?

Han pasado cinco años desde aquella victoria en el Villamarín que valió un liderato. Una época gloriosa en resultados en la que, como ahora, unas cosas se hacían bien y otras mal pero en la que muchos de los que hoy critican como si no hubiese mañana miraban mal a los que escapábamos de la versión oficial. Salvándose o no, este curso es un desatino, empezando por la aventura con Sarver. Pero la visión debe ser global y en una crisis la unión tendría que ser algo más que un lema vacío y manoseado. Señores, no hay nada de lo que avergonzarse ni motivos para desterrar a nadie después de todo lo que se ha conseguido. Es momento de tomar decisiones, pero no de usar chivos expiatorios para que la directiva salve el culo ni para que la remozada Fundación, ésa que todavía no ha respirado por la cantera, ajuste cuentas con Quico. Y ya va siendo hora, por cierto, de que el presidente mueva ficha y renueve a Manolo. ¿A qué espera?.

Más artículos de opinión de Rafa Marín, aquí.