En el mes que hoy cumple como director deportivo del Levante, Tito no ha sido lo que se diría un torbellino. De los cien días de gracia lleva consumidos un tercio, así que paciencia y ánimo. Desde que fue presentado el pasado 25 de mayo, le ha dado la palmada a Rubi, fichado a Muñiz, repescado a Roger y Jason, rechazado ofertas por jugadores con contrato en vigor y reestructurado la secretaría técnica, aunque el organigrama sigue a expensas del cambio de temporada para anunciarlo. De lo último que ha hecho, todo ello con muy buenas maneras, ha sido finiquitar a Juanfran y Navarro. Salidas, veremos Mariño, ninguna. Y fichajes tampoco, aunque palmados lleva dos: Guitián y Molina. En ambos casos, ha sido fiel a su política de que siendo ahora un equipo de Segunda, el Levante no puede pagar sueldos de Primera. Eso sí, cierto es también que con Molina el tiempo se le ha echado encima. De momento, la teoría es impecable. En lo que se mantiene la incertidumbre, sin embargo, es en la práctica. Ahí no termina de bajar al barro. Y cuando lo haga habrá que ver si puede o no estar en tantos sitios al mismo tiempo.

Un año ya después de SarverPluralidad vs Bunkerización

Tito cumple un mes y, aunque nadie lo diría por lo presente que sigue estando en el imaginario, pronto Sarver hará el año. Después de haberle cerrado las puertas a un inversor extranjero, en lugar de abrirse paradójicamente el Levante se ha bunkerizado. Desde luego, ni eso ni las rencillas pendientes son algo bueno. Más allá de quienes sean los candidatos, el Consejo necesita pluralidad y la Fundación un nuevo impulso que jamás podrá darle su actual presidente. A José Manuel Fuertes hay que agradecerle los servicios prestados, pero pedirle por favor que no vuelva a dimitir en vano. Con todo el respeto, lo que tiene que hacer no es amagar, sino dar un paso firme, digan lo que le digan. Que se vaya o que se quede, pero no lo de ahora que no es ni una cosa ni la otra.

El adiós del capitán granotaHaya o no juicio debe volver

No hay nada que objetar si el cambio de ciclo pasa por la no continuidad de Navarro y especialmente de Juanfran, una decisión histórica que el Levante oficializó ayer tras la reunión del martes. El de Juanfran es el adiós de un clásico, además de santo y seña granota. Aunque no se sabe si colgará las botas, lo suyo sería que volviese pronto a Orriols. Haya o no juicio.

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