Lo suyo sería un rodeo, preliminares y también, por qué no, una pequeña dosis de anestesia. Todo ello con tal de no entrar de sopetón en un terreno tan pantanoso, especialmente por la tendencia a embarrarse gratuitamente de quien suscribe, como el de comparar al Valencia y al Levante. Pero bueno, más de 50 palabras de prólogo después es momento de arriesgarse, de ponerse la capucha por lo que pueda caer y de soltar que desde Orriols siempre hay un ojo puesto en lo que ocurre en Mestalla, cosa que por norma general no ocurre al contrario por mil y un motivos al gusto del consumidor.

Ha pasado siempre, especialmente en los últimos años y más aún en esas semanas, que las ha habido, en las que la distancia deportiva se acortaba y los dos clubes de la ciudad, ver para creer, compartían zona de Champions League. No, aquello no fue un sueño, pero esto sí que es una pesadilla. Y es que el año ha arrancado con los granotas en Segunda, vale que líderes y reestablecidos de las peores heridas, y con los valencianistas en la misma frontera del desquicio en la que hace ahora justo doce meses se encontraba el Levante. En pleno mercado de invierno, pendiente de un totum revolutum que puede funcionar o no, pero que se presume imprescindible. No ya por ver la luz al final del tunel sino para no quedarse a oscuras en pleno vuelo, sin combustible. De terminar estrellándose.

¿Y ahora qué hay que hacer?

En pleno estado de alarma

En lugar de ser el Levante el que tiene un ojo puesto en su vecino debería ser ahora al revés y que fuese el Valencia el que retrocediendo unos meses tomase ejemplo de lo que hay que hacer y no en un estado de alarma como el actual. Aunque involuntariamente, ya se ha dado un paso adelante cambiando de entrenador antes de alcanzarse el punto de no retorno que en Orriols se dio con Rubi. Voluntariamente, sin embargo, lo siguente tendría que ser separar el grano de la paja y a la hora de retocar la plantilla; pensar no en la calidad ni en el DNI de los jugadores sino en su nivel de compromiso. Con una gota más de valores el Levante seguiría en Primera y el Valencia no pasaría ningún apuro para quedarse. Y es que si en algo pueden aliviar los granotas a los valencianistas es recordándoles que, pese a opositar desde el primer día al descenso, el Levante tuvo mil y una bolas de partido para salvarse literalmente hasta la penúltima jornada.

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