Es imposible hablar del deporte en general y del fútbol en particular sin hacerlo de la suerte, la fortuna, la potra o la flor (en el culo). Así que, en el caso de vivir aún en la feliz inopia, perdón por derribar el mito. Cualquier profesional que se precie sabe que con el trabajo duro, la formación y el talento no es suficiente. Importa, y además mucho, estar en el sitio justo y el momento adecuado. Es el motivo por el que existen los representantes y las modernas empresas de marketing deportivo, especialistas en salvoconductos y relaciones sociales. Ahora bien, también es cierto que la suerte, la fortuna, la potra y la flor en el culo hay que provocarlas. Sin disciplina estás perdido, lo que equivale a la reflexión de cabecera de muchos de los grandes de la historia. Pero grandes de verdad, dioses sobre la faz de la tierra: «Cuanto más entreno, más suerte tengo». La dijo Larry Bird, se le atribuye a Michael Jordan, está en las memorias de Severiano Ballesteros y cualquier día la soltará Muñiz en rueda de prensa.

La combinación más perfecta

Salvando las distancias, y como cabeza visible del temporadón del Levante, Muñiz se tiró cinco temporadas sin ejercer de primer técnico y terminó en el Alcorcón después de que se frustrara su llegada al Córdoba. Sin embargo, el pasado verano los planetas se alinearon y a él lo pillaron con la cobertura perfecta para ponerse al frente de un proyecto con la combinación perfecta de los ingredientes del éxito. Lejos del caos que enloquece a los clubes que descienden, el Levante se fijó el objetivo de subir gastando sólo lo que podía, que como se ha demostrado era más que suficiente. Este es un grupo en el que se cumple casi sin excepción la frase de que «los que más entrenan, más suerte tienen».

El anticipo de la celebración

A base de pico y pala, con talento y sacrificio y, que nadie vaya a ofenderse, con la dosis de potra necesaria cuando ha hecho falta, el levantinismo celebró un anticipo del ascenso en Zaragoza. Allí hasta el gol fue un compendio de todo lo anterior, de la perseverancia de Roger a la flor marchita de Irureta o el tiro de Xumetra a la madera. Lo dicho, es imposible no hablar de la suerte, pero lo es más todavía no hacerlo de los resultados y en eso al Levante no hay quien le tosa. Por casualidad no se le sacan 14 puntos al tercero ni más de 400 aficionados se funden con los jugadores bajo un aguacero mientras el presidente lo graba a pie de campo con su móvil. A falta de rematar la faena matemáticamente y con permiso del siempre prudente Muñiz, de lo que no hay duda es de que con independencia del material con el que se construya, el verdadero éxito es hacer realidad los sueños de mucha gente.

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