El Levante inspira demasiada confianza como para dudar de él por un partido malo que encima perdió con un penalti que no era y un gol en propia puerta. Dos infortunios que aun así y todo tampoco evitaron que Muñiz se pusiera más serio de lo que nunca se le ha visto instando al personal a no perder el contacto con la «realidad», un mensaje que ipso facto han hecho suyo jugadores y aficionados. Está muy bien la autocrítica y que sin sacar de quicio las cosas nadie haya apelado a excusas de mal pagador. Por ejemplo esa tan manida de la suerte, un factor que ni se tiene ni se pierde sino que para bien o mal se provoca.

El peligro de la relajación

Imperio a base de pico y pala

Se ha dicho por activa y por pasiva que el peor rival del Levante es el propio Levante y la relajación de verse con tanto margen en la tabla. Una teoría, sin embargo, que hasta Alcorcón no se había llevado a la práctica. Ahora es de dominio público a qué se expone el líder si se traiciona a sí mismo y deja de jugar los partidos como si no lo fuera. El temporadón de los granotas no se explica con recitales de fútbol sino a base de pico y pala, marcadores estrechos y un sistema defensivo que raya la perfección. A partir de ahí, de conquista en conquista, es cómo ha construido un imperio que tiraniza a los rivales con la friolera de 12 puntos de ventaja sobre el Cádiz, el primero en la zona de play-off.

Atentos a los dos refuerzos

Hay que proteger a Campaña

Dice Muñiz que con Juan Muñoz y Oier Olazabal la plantilla es «mejor» o como mínimo «igual» de buena que antes del mercado de enero. Declaraciones perfectamente comprensibles, pero que para la prudencia con la que habla el técnico suenan hasta osadas teniendo en cuenta que vienen de no jugar y que tendrán que demostrar en el campo si realmente están por encima, respectivamente, de Rafael y Remiro. De lo que no hay duda es de que el equipo sí es mejor con Campaña y que de alguien del club tendrá que levantar la voz para poner sobre aviso a los árbitros ante los Pablo Pérez de turno que entran al campo como si fuesen de caza.

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