Hay cosas que solamente pueden contarse cuando han prescrito y eso es lo que hizo Emilio Nadal en su libro «Siempre tuyo, siempre Levante UD», un compendio de relatos curiosos que el jefe de prensa del club arranca con la anécdota de cómo David Navarro abandonó sin permiso la concentración del equipo para visitar la Acrópolis. El pasado martes, así de ultrarápido pasa el tiempo, se cumplieron cuatro años de aquel viaje de Europa League a Atenas, el mordisco más dulce de la historia del Levante junto al liderato de Primera División. Un equipo de ensueño que entonces, y no precisamente por la fuchina de Navarro, empezaba a tocar a su fin y que casi un lustro después ha encontrado en el actual a un muy digno heredero. De lo que se puede contar, poco más hay que añadir sobre un Levante que la está rompiendo este año en Segunda División. Un temporadón resumido perfectamente en un meme de Usain Bolt llegando a meta a años luz de todos sus rivales: Girona, Cádiz, Tenerife, Oviedo y Getafe. La superioridad del atleta jamaicano, con la sonrisa siempre puesta en la boca, haciendo fácil lo imposible y convirtiendo en rutina lo extraordinario, viene al pelo para fotografiar la carrera hacia el ascenso de los de Muñiz. Y es que, a la velocidad a la que van, los granotas llegarán a su destino saludando a la cámara, aunque conociendo a su técnico lo que tendrán prohibidísimo es hacerlo levantando el pie y dejándose llevar en las últimas jornadas. El Levante es hoy, sin duda, un animal competitivo, igual que aquel que jugó y ganó en Atenas con un gol de Obaoba Martins en su último acto de servicio. Porque sí, David Navarro estaría en la Acrópolis, pero el nigeriano hablaba ya esos días con los Sounders y su fuchina sí que fue un problema.

El descarte técnico de Muñiz

Vista gorda con nada ni nadie

El que no hace la vista gorda con nada ni con nadie es Muñiz. Ha vuelto a quedar claro una vez más con la exclusión de la convocatoria de Chema, una llamativa decisión técnica que el entrenador tomó después de 40 minutos de conversación a solas con él en la Ciudad Deportiva. Llamativa, que no sorprendente, viniendo de un míster que esta misma semana recordaba en una entrevista para LaLiga que él prefiere siempre tener «a un buen equipo antes que una buena individualidad». Lo ha demostrado también con Juan Muñoz, que desde que llegó no ha tenido ni un solo minuto. Y eso que el club está obligado por contrato a rascarse el bolsillo si no juega, una de esas cosas que sí que pueden contarse aunque no hayan prescrito.

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