Después de Ernesto Domínguez, el Galgo de Vallejo, que es el único que lo ha conseguido, Vicente Iborra es quien más cerca ha estado en los últimos 40 años de ir convocado con la selección española absoluta perteneciendo al Levante. Concretamente fue en el histórico año de la Europa League. Del Bosque se debatía entre él o un candidato menos meritorio como era Mario Suárez, entonces en las filas del Atlético de Madrid y a la postre el elegido. El Marqués, como siempre, tan centralizadoramente correcto. En pleno aturdimiento por el golpe, alguien de su círculo de confianza le dijo entonces al alcalde de Moncada que, por bien que lo hiciera, nunca sería internacional jugando con el Levante. Una copla que se le quedó marcada. Al verano siguiente, y tras no dar el Valencia señales de vida, Iborra ponía rumbo al Sevilla con la esperanza de de sacarse una espina que, cuatro años después, continúa llevando clavada. El mejor jugador valenciano del momento aún no está en la selección, pero salvo miopía extrema de Lopetegui le falta poco. El día que a la selección vayan los mejores, con independencia del equipo para el que jueguen, la Roja sí volverá a ser la de todos.

Producciones Caparrós: La película de Keylor Navas

Por lo mismo que Del Bosque se decantó por Mario Suárez nadie reparó fuera de València en que el Levante de Producciones Caparrós era en realidad el de Keylor, el tico que Manolo Salvador se sacó de la chistera. Sin embargo, el hoy denostado portero del Real Madrid, protagonista próximamente de una película sobre su vida, no empezó a recibir todos los premios habidos y por haber hasta después del Mundial. Ni con Costa Rica y aún menos en el Bernabéu ha vuelto a ser el de aquella temporada de granota, pero hagan sus apuestas a si en el cine ocurrirá o no como cuando Del Bosque tuvo que decantarse entre un futbolista del Levante y otro del segundo equipo de Madrid.

Camarasa, caso pendiente: Con la recortada preparada

Iborra principalmente y Keylor en menor medida son dos ejemplos de que no es necesario tener contrato en un club para formar parte de él. Ambos tienen hoy en el imaginario granota una identidad bien distinta a la de Víctor Camarasa, y eso que a diferencia de ellos él sí que continúa siendo futbolista del Levante. En Orriols, sea por el Valencia o por el que toque, están con las orejas tiesas y la recortada preparada para exigir su cláusula de rescisión: 12 kilos. Será la reedición, un verano después, del pulso con su agente. Una situación tirante y muy fea de la que el gran damnificado de cara a la afición ha sido el chaval, tal vez quien menos culpa tiene.

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