La deformación profesional es algo que llevas dentro y que no te puedes sacar ni en Fallas. Intentas desconectar, pero no hay manera. Así que al final, como siempre, te lo terminas leyendo todo. Hasta las instrucciones de las cajas de petardos, aunque sean sólo bombetas. Vas de monumento en monumento y no tienes suficiente con el cuerpo central y los ninots grandes. Entre el gentío te asomas hasta la verja, culebreando y a prueba de codazos, para distinguir las letras. Y si no llegas al destino te rascas el bolsillo, pagas y entras dentro, que total es una vez al año y tampoco es cuestión de quedarte con el gusanillo o sin esa foto de rigor con el escudo de tu equipo y los ninots de Alcácer, Lim y Quico. Aunque para ninot chulo, eso sí, el del eterno Preciado, ganador por justicia del Premio Granota, que para quien no lo sepa es el galardón que concede desde hace ocho años el Levante UD. Sí, un club opaco y nada transparente del que apenas hay referencias en las Fallas. Que se note la ironía, ¿eh?, no vaya a ser que alguno de esos críticos que compran lo que sea para dar palos, incluidos supuestos informes cogidos con pinzas, se lo tomen en serio.

De las escenas más granotas

El Levante, que más que a pólvora huele a Primera, es exactamente igual de transparente que el primer día que empezó a dar premios a las comisiones con escenas granotas. Luego ya cada uno que juzgue si es mucho o poco, que eso ya es harina de otro costal. Pero cambiar, apenas. Distintos serán los ojos de quienes lo miran. Lo que se ve y además muy claro estos días es que pese al puñetero descenso, un revés que está a punto de convertirse en pasado, la presencia de los granotas ha vuelto a ir a más en las calles, lo cual es un doble motivo de alegría. Los tiempos cambian y en una época en la que hay niños que en lugar de un equipo son de un jugador concreto, o que antes que en el estadio prefieren ver un partido por la pantalla del ordenador con los e-sports, es un orgullo que haya chavales jovencitos paseándose con una camiseta granota por la ciudad. La política infantil va viendo sus frutos.

Ninots de Peter Lim y Sarver

Los tiempos cambian y así como muchos y reputados levantinistas, en los tiempos buenos de Lim, apostaban por vender a Sarver (¡menos mal!) para no desaprovechar una oportunidad "histórica", ahora nadie se atreve a hacer apología del americano. De todos los carteles que pueden leerse en las Fallas, una magnífica excusa para decir verdades como puños sin ofender a nadie, uno de los mejores está en la Falla del Regne. En ella científicos de Singapur diseccionan una rana para averiguar el secreto de su dureza. ¡Léansela!.

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