He decepcionado a muchas personas a lo largo de mi vida y tengo la sospecha, en contra de mi voluntad, de que voy a seguir haciéndolo. Desde que a mi madre, sin duda la mayor damnificada, la llamó la maestra para que me llevara a un colegio mejor, mi vida ha estado marcada por el abismo entre aquellas primeras expectativas y la realidad. A día de hoy para mí sigue siendo un consuelo que mamá, gran directora deportiva si le hubiese gustado el fútbol, decidiera no arriesgar nuestro limitado presupuesto familiar hasta que no demostrase mi valía.

Treinta y pico años después los hechos le han dado la razón y yo, en vistas de mi caso, no hago otra cosa que cruzar los dedos por el de Boateng ahora que de los que empezaron es el único punta que queda. Pienso en eso y en lo que mi madre sería capaz de traer en enero. Conociéndola, iría a tiro hecho, sin subirse a la parra y de cabeza a por realidades que le asegurasen rendimiento. Todo lo contrario de lo que hizo el Levante en el mercado de verano. Claro ejemplo de lo que puede pasar cuando las expectativas no coinciden con la realidad y entre pitos y flautas acabas el penúltimo día fichando a Cabaco porque Marcelo Ferreira te parecía poco y encima es extracomunitario.

El problema de salir fuerte: Quería ser el Girona de clase

El origen del problema, con toda sinceridad, está en que desde pequeñín yo empiezo el curso siempre demasiado fuerte y después me voy desinflando. Si fuese al revés, en lugar de la decepción sería lo que es ahora el Girona, la auténtica revelación. Después de un arranque brillante que no se correspondía en absoluto con la realidad de una pretemporada cuanto menos singular, esto es algo que en el Levante también piensan que está pasándoles factura en forma de pesimismo y de ansiedad cuando las cosas no les salen. Está fuera de toda duda que la vida es muy dura y que a nadie nos gusta decepcionar, pero sobre todo que tampoco nos decepcionen.

Confianza en el actual equipo: Las expectativas de invierno

Yo he decepcionado a muchos, pero la verdad es que a mí me han decepcionado pocos. Seguramente la razón es que, como mi madre con el cambio de cole, siempre he esperado a que me demostrasen las cosas antes de ir por ahí apostando a ciegas por la gente. Creo que el Levante de Quico, de solvencia probada, es por estructura un club que debe estar siempre en Primera. Y creo que Muñiz y los jugadores, porque lo han vuelto a demostrar en la charla del jueves y el entreno de ayer, van a salir de esta apretando fuerte los dientes. Pero creo también que en el mercado invernal no hay margen de error y que las expectativas deben coincidir sí o sí con la realidad.

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