Pese a haber caído en la final del torneo de Wimbledon ante la número uno del mundo (6-4 y 6-4, en una hora y 22 minutos), la hispano-venezolana Garbiñe Muguruza ha demostrado que Arantxa Sánchez-Vicario y Conchita Martínez, protagonistas de la "edad de oro" del tenis femenino español, tienen una digna heredera.

La hispano-venezolana ha puesto fin a una agónica espera de 19 años sin españolas en la final del "major" británico, desde que Arantxa se quedara a las puertas del triunfo en 1995 y 1996.

Garbiñe, nacida en Guatire (Venezuela) hace 21 años, es desde hace algunos la gran esperanza del tenis femenino español, huérfano de figuras de talla mundial desde las retiradas de las laureadas Arantxa y Conchita.

Su final en Wimbledon -cayó ante la estadounidense Serena Williams- le ha permitido estrenar ránking, ahora es 'top-10', llegando a la novena posición, un puesto por delante que su compañera y amiga Carla Suárez, que bajará hasta la décima plaza.

La pupila de Alejo Mancisidor, que atesora un título de la WTA en categoría individual, el de Hobart (Australia), logrado el año pasado, ha pasado a convertirse en una de las tenistas más respetadas en el All England Tennis Club, el prestigioso y elitista club donde todos los años se disputa el torneo de Wimbledon, el más antiguo del mundo.

La proximidad de los Juegos Olímpicos de Río de 2016 precipitaron el año pasado la comentada y controvertida decisión de la tenista de representar a España en lugar de a Venezuela, lo que le sirvió para quitarse un peso de encima y centrarse sólo en el tenis.

Bajo la atenta de Mancisidor, Garbiñe ha dado rienda suelta a su tenis, ese tenis que le ha permitido convertirse en un martillo para las 'top-10': la danesa Caroline Wozniacki, la rumana Simona Halep, la alemana Angelique Kerber o la polaca Agnieszka Radwanska ya la han sufrido. Incluso Serena, en Roland Garros el año pasado, claudicó ante la fuerza de la española.

Esas victorias auguran un futuro brillante para una jugadora que se ha apoyado en el dobles para perder el miedo a aproximarse a la red, tal y como se ha visto en el último Wimbledon.

En enero del año pasado, la hispano-venezolana reivindicó por primera vez en su carrera su condición de 'top-50' después de haber dejado atrás una lesión de tobillo que detuvo su progresión en la segunda mitad de la temporada anterior.

Ahora, la finalista de Wimbledon se ha colado entre las mejores del mundo: es la nueva número nueve y aspira a mucho más.

Con sólo 21 años -cumple 22 el próximo 8 de octubre-, Garbiñe confía en cumplir con la predicción de la suiza Martina Hingis (campeona de cinco Grand Slam y líder de la clasificación mundial durante 209 semanas), quien definió a la hispano-venezolana como una potencial número uno del mundo.

La fortaleza de su servicio y su capacidad de adaptación a todas las superficies -a diferencia de los tenistas formados en España prefiere la pista dura a la tierra batida- convierten a la jugadora asentada en Barcelona en una futuro número uno, y más ahora después de haberse consagrado en Londres y mostrar que Arantxa y Conchita por fin tienen heredera.

"No estés triste -le dijo Serena a la española hoy tras derrotarla en la final de Wimbledon- dentro de muy poco estarás aquí ganando el título".