El Open de tenis no volverá a ser el mismo de años atrás y ya no solo por el cambio de categoría de 500 a 250, sino porque ya es prácticamente seguro que no se podrá volver a jugar este año en el edificio del Ágora por los problemas de seguridad derivados de las deficiencias que presenta un recinto que sigue sin estar acabado.

Tal es así que, aunque aún no se ha tomado la decisión de manera formal y definitiva, los organizadores del Valencia Open han comenzado a barajar ya un Plan B que pasaría por montar la pista central fuera del Ágora con unas gradas supletorias siempre que recibieran el visto bueno de la Generalitat.

En este caso, la ATP obliga a que haya un mínimo de 3.800 localidades en la pista central de un Open 250, por lo que la organización se plantea esta opción superando ligeramente las 4.000 plazas. Y es que aunque una pista con gradas supletorias se podría montar también en otros escenarios de la ciudad, consideran que el Open debe sufrir „al menos este año„ los mínimos cambios posibles para evitar problemas con la ATP, ya que el calendario anual fija el torneo en la Ciudad de las Artes y las Ciencias y un cambio conllevaría más problemas logísticos.

Las entradas, un problema

Las dudas que aún existen sobre el escenario que acogerá finalmente el Open de Valencia han hecho imposible sacar a la venta las entradas del torneo. Una situación atípica y que preocupa especialmente a los propietarios del mismo, ya que en anteriores ediciones salieron a la venta muchos antes del verano y, a pocos días de empezar septiembre, aún no saben cuándo podrán abrir el plazo de compra, con los problemas que ello puede acarrear a pesar de que el aforo se verá reducido en caso de no jugar finalmente en el Ágora.

Calatrava admite defectos

Por otra parte, el arquitecto Santiago Calatrava urgió ayer a la Generalitat a mejorar la instalación «defectuosa» de la planchas de acero que sirven de soporte al trencadís de la cubierta del Ágora de la Ciudad de las Artes y las Ciencias «para evitar cualquier riesgo de desprendimiento de la fachada».

Así consta en un escrito que el despacho del arquitecto remitió ayer al Gobierno valenciano y al quetuvo acceso EFE, y en el que constatan «el deterioro de algunas zonas inacabadas de la obra», en suspensión temporal desde el 1 de febrero de 2013, y detallan las obras «más urgentes» a abordar.

La vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra, respondió asegurando que «no debería reclamar, sino hacer caso de lo que se le reclama a él dada la responsabilidad del arquitecto en las deficiencias del Agora». Además, admitió que «el Ágora no es seguro porque entra agua por la cubierta, se cae el trencadís y el techo se rompe cada vez que metes 6.000 personas y hay una diferencia térmica entre el exterior y el interior».