El Valencia Basket se juega esta noche la temporada y la posibilidad de seguir soñando con la final, pero mientras los jugadores intentan centrarse única y exclusivamente en el partido y abstraerse de cualquier polémica para ser jueces de su futuro, el club sigue defendiendo a capa y espada la alineación indebida de Slaughter en el partido del martes después de encontrarse ayer con la sorprendente decisión del Juez Único de desestimar su recurso.

Una situación surrealista que obligó a club, previa consulta con sus abogados, a decidir recurrir a Apelación ante la claridad del hecho denunciado. De hecho, El Juez único de la Liga ACB, Juan Ramón Montero, admite en su resolución que existe la infracción, pero considera que no es merecedora de castigo al no haber mala fe en el entrenador rival a pesar de que el artículo 44 del Reglamento disciplinario de la Federación indica que el partido deberá repetirse aún en el caso de que no haya mala intención ni negligencia. «Si la alineación indebida se hubiese producido sin concurrir mala fe ni negligencia se dispondrá la anulación del encuentro y su repetición, en caso de victoria del equipo en el que se diera dicho supuesto, no pudiendo alinearse en el encuentro de repetición aquel jugador».

En el caso de que considerar que sí hay mala intención o negligencia, el artículo 43 va más allá y habla de «multa entre 3.000 y 15.000 euros y perdida del encuentro».

El juez, además, se pone en la piel de Laso y destaca en su resolución que «fue un error meramente formal no apercibido por Laso al estampar su firma en el acta, sin duda movido por la confianza en el cumplimiento de las instrucciones facilitadas, el que provocó la situación». Es decir, firmó el acta, pero no tiene responsabilidad alguna de no haberla comprobado porque se supone que debía estar bien.

Una consideración que obviamente no comparte el Valencia Basket y que se agrava por lo sucedido después con el cambio del acta, prohibido además por el reglamento e incluso por el Manual del Oficial de Mesa, que habla de la imposibilidad de incluir a un jugador en el acta una vez haya comenzado el partido. Lo árbitros lo hicieron en el descanso, sin conocimiento del club taronja, y en el acta final ya figuraba Slaughter a pesar de que esa no era la inicial firmada por ambos entrenadores.

Una polémica que arrancó cuando el jugador madridista saltó a la pista a falta de 57´7 segundos para el final del primer cuarto y el comisario del encuentro, Fernando Ballester, advirtió al árbitro principal, Martín Bertrán, que el jugador no se encontraba inscrito.

Curiosamente, el mismo Juez sí sancionó en 2001 al TAU con multa y la pérdida de un partido ante el Canarias por la alineación indebida de Timinskas, aunque en su caso fue por un problema de licencia.