De sorprendente se puede calificar la buena sintonía existente en el vestuario del Valencia Basket, donde el bloque se ha convertido ya en esta pretemporada en la principal arma del equipo. Algo que ha superado de lejos las expectativas teniendo en cuenta que el grupo cuenta con hasta siete caras nuevas y que los últimos jugadores -Guillem Vives y Fernando San Emeterio- no llegaron a Valencia hasta hace unos diez días.

Sin embargo, pese a estos obstáculos Pedro Martínez ha conseguido que toda la plantilla vaya en la misma dirección, sin egoísmos y buscando siempre lo mejor para el colectivo. «Hemos desarrollado una gran química de equipo. Disfrutamos mucho jugando juntos en la pista y también tenemos muy buena conexión fuera de ella. Hemos generado una buena dinámica de equipo, pero ahora hay que demostrarlo una vez que empiece la competición oficial», aseguró el pasado domingo tras vencer al Iberostar Tenerife John Shurna, precisamente uno de los recien llegados al club.

Este último partido supuso la constatación de una línea de juego que, por una parte, ha permitido al equipo lograr seis victorias consecutivas durante esta fase de preparación y, por otra, afianzar las bases de un estilo en el que el colectivo va a estar siempre muy por encima de las individualidades. En es sentido, si a esa solidaridad en la cancha le añadimos el talento y calidad de cada uno de los jugadores el resultado es un equipo con mucho que decir esta temporada.