Poco importaron las bajas de Bojan Dubljevic o Sam Van Rossom, o las molestias en los isquios de Justin Hamilton, porque el Valencia Basket continúa en una vertiginosa velocidad de crucero. Una velocidad, hasta ahora, que nadie en Europa es capaz de alcanzar y que ha llevado al equipo de Pedro Martínez a ser líder de todo lo que juega (Liga Endesa y grupo C de la Eurocup) y mantenerse invicto en la presente temporada con quince victorias consecutivas.

En cuanto al partido lo cierto es que se esperaba mucha más oposición del Herbalife Gran Canaria, que sólo aguantó bien en el partido en la primera parte. Crónologicamente, en esos primeros veinte minutos el encuentro respondió a las expectativas, con dos equipos empleándose al máximo de sus posibilidades para hacerse con la victoria. Amparados en un ritmo muy rápido la anotación se sucedía en uno y otro aro. Algo hasta cierto punto sorprendente ante la mejor defensa de la Liga Endesa. Defensa que no tardó en aparecer en el cuadro canario para frenar la proyección taronja y hacerse con la primera renta en el electrónico (5-10; min. 3).

Por entonces los colegiados, a los que les costó mucho adaptarse e interpretar los ritmos del partido, habían puesto muy alto el listón de las faltas (en 3:37 minutos el Valencia Basket ya estaba en bonus). Y el principal damnificado fue Romain Sato, con tres faltas cuando ni siquiera se había llegado al ecuador del primer acto, y que tuvo que encaminarse al banquillo de manera obligada (ya no volvería a jugar hasta los últimos minutos con el partido resuelto).

Pese a ello, los locales supieron dar la vuelta a la situación liderados por Vives en la dirección, y Hamilton y Sikma en la anotación. El resultado fue un parcial de 13-1 que puso las cosas muy de cara para el equipo valenciano (18-11; min. 7). Fue entonces, con el partido bajo control, cuando Pedro Martínez decidió echar mano de las rotaciones para dar descanso a sus piezas clave. Algo que el equipo acusó en defensa pese a que nunca perdió la delantera en el marcador (23-19; min. 11).

Gran parte de culpa la tuvo el ex taronja Albert Oliver, efectivo de cara al aro y excepcional a la hora de hacer jugar a su equipo, y un Pangos también sobresaliente en exactamente los mismos parámetros que su compañero. Los dos fueron una auténtica pesadilla para la defensa local, que a duras penas logró minimizar su aportación al juego del conjunto insular. Sin embargo, en cuanto Vives, Sikma y Hamilton volvieron a la cancha, el ritmo subió y la balanza se decantó claramente del lado del Valencia Basket (43-31; min. 19). Era lo mejor que podía pasarle a los de La Fonteta antes de llegar a un descanso en el que la renta sería finalmente de ocho puntos (45-37; min. 20).

Pese a la diferencia, quedaba mucho por remar todavía para asegurar el triunfo. Esa fue la mentalidad con la que el Valencia Basket regresó de los vestuarios... y con la que acabaría ganando el encuentro guiado por el tridente mágico de este domingo (Vives, Hamilton y Sikma). Para ello apenas necesitó cinco minutos en los que se convirtió en una apisonadora que anuló completamente al Gran Canaria. El parcial de 12-0 de inicio no dejaba ya lugar a la duda (57-37; min. 25). Los taronja, por entonces muy superiores en todas las facetas del juego, habían roto por completo el choque en un abrir y cerrar de ojos. Fue probablemente el mejor cuarto de toda la temporada (26-10) por juego y sensaciones, circunstancia que La Fonteta agradeció con sonoras ovaciones. Sobre todo a su tridente mágico en este encuentro (71-47; min. 30).

Las diferencias se irían casi hasta la treintena de puntos en el último cuarto (80-51; min. 36), aunque eso ya era lo de menos. Pedro Martínez aprovechó la circunstancia para evitar sobrecargas y repartir los minutos entre todos sus hombres, que en ningún momento bajaron lo más mínimo el pistón. Sí lo hizo el Gran Canaria, entregado a sus suerte y todavía dándole vueltas a lo sucedido en una segunda parte en la que se vio completamente desbordado por un gran Valencia Basket.