El Valencia Basket empezó con derrota su serie de semifinales ante el Real Madrid en un encuentro extraño en el que tue de más a menos en el choque de forma incomprensible. La falta de acierto exterior, con unos porcentaje paupérrimos desde el 6,75 (2/22), acabaron por minar la moral de un equipo que acabó comletamente descompuesto y entregado a un rival que, salvo en el último cuarto, tampoco estuvo al nivel esperado.

Y eso que arrancó bien el Valencia Basket en el encuentro. Travis Peterson repitió en el quinteto inicial y, al igual que en Málaga el pasado domingo. convirtió la primera canasta del encuentro en cuanto tocó el balón. Sin embargo, la clave en estos primeros compases estuvo en la buena defensa taronja y el rendimiento ofensivo de Romain Sato. El equilibrio exhibido en la pista por los de Pedro Martínez, con las habituales rotaciones para mantener una exigencia física alta en el encuentro, les permitió acabar el primer acto cinco puntos arriba (14-9; min. 10).

Una renta que pudo ser mucho mayor a poco de haber tenido un poco más de acierto ofensivo. El Real Madrid estaba sin ritmo y no terminaba de sentirse cómodo en la pista. Además, sus constantes pérdidas permitieron al equipo valenciano poner la máxima en el electrónico (16-24; min. 13). Entonces llegaría la decisión providencial de Pablo Laso dando entrada a Luka Doncic por Sergio Llull. La buena dirección del joven base esloveno permitió a los blancos dar la vuelta al partido con permiso, eso sí, del Valencia Basket.

Y es que los de La Fonteta, completamente inoperantes desde el 6,75, se empeñaron en lanzar un triple tras otro cuando, era un hecho, su juego en este partido debía pasar por otras variables. Variables que olvidaron por su empeño en tirar de fuera para acabar firmando un 0/14 al descanso con ocho tiradores diferentes. Con esta estadística, y el rebote también en crisis, no resultó sorprendente que el parcial para el equipo local en estos siete minutos fuera de 15-2 para irse al descanso con una renta que para nada representó lo que se vio en la cancha en esta primera mitad (31-26; min. 20).

Tras el paso por los vestuarios el conjunto taronja salió con la lección aprendida, dispuetso a buscar alternativas ofensivas aunque sin renunciar a su juego. El primer triple convertido tras 16 intentos, obra de John Shurna, pareció una declaración de intenciones. El Valencia Basket había recuperado las sensaciones del primer acto y eso no tardaría en verse reflejado en el luminoso después de un parcial de 5-13 (36-39; min. 25).

Pero una vez más aparecieron las dudas en el perímetro y el equipo dejó de defender con la misma consistencia que en el arranque del cuarto. Tampoco ayudaron los errores desde el tiro libre, que complicaron aún más las cosas. El Real Madrid, liderado por Llull, lo aprovechó para dar la vuelta a la situación y poner su máxima en el marcador tras un parcial de 11-2 (47-41; min. 29). A Pedro Martínez no le quedó otra que parar el partido para frenar la sangría antes del último cuarto.

Pero sirvió de poco. El Valencia Basket siguió errando un ataque tras otro y la desventaja empezó a pesar como una losa. Y es que con el punto de mira tan desviado la empresa se hizo del todo imposible con el paso de los minutos. Cada tiro, cada ataque fallado destrozaba más y más la confianza taronja y la balanza se decantó para el Real Madrid en tiempo récord (59-44; min. 33). El partido acabó ahí. Los valencianos desaparecieron literalmente de la pista,. Ni siquiera en defensa intentaron dar un paso adelante en el tramo final, con lo que acabaron sucumbiendo por un amplio y a la vez irreal 82-57.