La falta de Jeffery Taylor a Bojan Dubljevic, con 20 segundos por jugarse y con 95-91 en el marcador fue una clara antideportiva que los árbitros no se atrevieron a señalar. Esa decisión, visto todo lo sucedido posteriormente, pudo cambiar el signo de la final y el nombre del campeón de la final de la Copa del Rey. No la pitaron, a los árbitros les costó tomar esa decisión, pero sin embargo estuvieron rápidos para señalar un inexistente campo atrás de Joan Sastre que luego rectificaron.

El escolta balear había robado el balón al Real Madrid con 1,7 segundos por jugarse y con toda la defensa madridista descolocada. Antonio Conde paró el juego por un campo atrás que sólo vio él, y luego tuvo que cambiar su decisión tras ser corregido por sus compañeros. Sin embargo, en lugar de 1,7 segundos sólo le dejaron nueve décimas a los taronja para atacar. Las ocho décimas que se perdieron fueron las que tardó el colegiado en pitar (algo que los colegiados comprobaron con exactitud en el video) y de las que ya no pudieron disponer en su ataque los valencianos.

Medida correcta desde el punto de vista legal, aunque del todo injusta para el equipo perjudicado por el error. Con tan poco tiempo, y ya con todo el Real Madrid ocupando posiciones defensivas, Van Rossom ni siquiera pudo lanzar a canasta dentro del tiempo.