Hay especialistas en la materia que aseguran que el primer síntoma de la muerte súbita es la propia muerte. Pero eso no significa que las pruebas cardiológicas sean un mero e insuficiente trámite en casos como el de Dani Jarque. Así lo entienden, al menos, los últimos responsables de los servicios médicos del conjunto de Mestalla, quienes someten cada a temporada a un exhaustivo chequeo a todos los futbolistas para evitar percances tan dramáticos como el del espanyolista.

La premisa sobre la que trabajan los galenos blanquinegros es que con el protocolo estrictamente obligatorio no es suficiente. El Valencia, es más, está a la cabeza en lo que a estudios coronarios preventivos se refiere en el fútbol español. Hasta cinco pruebas distintas tienen que superar los miembros de la plantilla, pretemporada tras pretemporada, en una consulta de la Clínica Quirón. «Me consta que esta casa, tanto en mi anterior época aquí como con Toni Giner, se pone en manos del doctor Javier Haba, uno de los más importantes cardiólogos de la ciudad», recordaba ayer el recién renombrado jefe de la parcela médica blanquinegra, Jordi Candel.

Además de un electrocardiograma y una exploración, que debe realizar a la fuerza, el conjunto de Mestalla practica actualmente a sus jugadores estudios tales como una ecocardiografía, un ecodúpler y una prueba de esfuerzo. Con éstos, respectivamente, se conoce la anatomía y las cavidades del corazón, los flujos y el rendimiento del mismo. En otro apartado, aunque también están incluidos, se encuentran los análisis de sangre y orina y otras pruebas para comprobar el estado de aparato locomotor y demás.

La revisión cardiológica blanquinegra va más allá en aquellos casos en los que existe el más mínimo indicio de disfunción. Si se ve algo raro en los estudios generales o en el rendimiento, aunque sean más mareos de los habituales, el futbolista en cuestión tiene que llevar a cabo un examen coronaria aún más completo. Estudio ergométrico de esfuerzo y gammagráfico posterior con marcadores, así como la opinión de otro especialista, se utilizan para descartar o reconocer el problema coronario. Tan partidarios de curarse en salud son los médicos del club que todos los años hay algún miembro de la plantilla que pasa por esta segunda fase, aunque siempre por ahora, con resultado negativo.

Hasta un cuestionario con antecedentes familiares está a disposición de los Emery. Lo que pasa, como dejó claro la FIFA cuando lo empleó en la pasada Copa Confederaciones, es que no es obligatorio rellenarlo. Una muestra más del amplio margen de maniobra existente en el fútbol profesional en este campo. Sólo así se explica que el protocolo instaurado por la AEMEF (Asociación Española de Médicos de Equipos de Fútbol) se cumpla en cada club en función de sus posibilidades económicas. En ese sentido, el propio Valencia se planteó implantar el análisis genético para sus jugadores de cara a este curso, pero lo descartó por el momento porque es una materia en fase de estudio.

La muerte de Jarque ha creado un clima de síntomas entre los profesionales. Pablo lo reconocía ayer públicamente: «se ha visto que puede tocarle a cualquiera; cuando le pasa algo así a un jugador joven, que está bien físicamente, preparado, te hace pensar y plantearte muchas cosas», dijo el interior, ahondando en la aletoriedad de la que había hablado Candel poco antes. «Hay que realizar estudios, dinámicas, tacs multicortes… pero la muerte súbita, desgraciadamente, puede ocurrir», comentó el galeno, quien, por otra parte, reconoció que reintroducirá sus teorías nutricionistas en la plantilla. «Tomaré las decisiones en el diagnóstico y tratamiento en las lesiones del primer equipo. Y seguiré con la línea de investigación que tan buenos resultados me ha dado hasta ahora», apuntó el de Alzira.