César Sánchez, el segundo jugador con más edad de la Liga BBVA tras Armando (Athletic de Bilbao), revela el secreto de su eterna juventud: «Tener la cabeza a tope», «cuidar el cuerpo» y «llevar una vida ordenada». Mientras buscaba una tarta para festejar su 38 cumpleaños junto a su mujer María y sus hijos (Adriana, César y Nicolás), camino de Benicàssim, el meta atendió a SUPER para hablar del pasado, pero sobretodo del presente y del futuro. Valencia, pese a su suplencia momentánea, le permite sonreír si echa la mirada un año atrás y lo compara con su paso por el Tottenham. «Es un día de disfrute con mi familia. Después de ver lo que tengo y estar donde estoy —con este sol iremos un poco a la playa—, no puedo pedir más. El año pasado me tocó pasarlo sólo y lloviendo en Londres», cuenta.

—Sus fans le tratan de escándalo: pancarta y tarta de regalo.

—Soy un privilegiado en todo y, encima, tener a estos chavales que me apoyan siempre… Imagínese, alegre y feliz.

—¿Cómo se ve uno a los 38 años cuando se mira en el espejo?

—Pensaba que estaría bastante peor. Cuando eres más joven y te planteas tu vida; entonces, yo ni mucho menos me imaginaba que iba a estar jugando al fútbol. Afortunadamente, me siento muy bien, mi cabeza está a tope y mi cuerpo, también me responde.

—Quizás haya hecho, como Fausto, un pacto con el diablo…

—Eso te iba a decir… Aquí se trata de tener fuerzas para hacer lo que te gusta y estar feliz en el lugar de trabajo. Ese es el camino, ir sobrepasando las metas que la vida pone. Es la clave, la ilusión, la motivación, sentirse y verse joven de cabeza, renovarte. En muchos sentidos cuidarse un poco más, tomar más en serio que hace años aquello que te dicen los profesionales.

—¿Hay que privarse comiendo?

—Hay que cuidarse como cuando eres más joven porque eres profesional antes y ahora. Sin embargo, uno se fija más en el tema preventivo de lesiones, en los tratamientos y en busca de una muy buena calidad de vida. Antes entrenabas más, hasta que tu cuerpo resistía, y ahora resiste porque lo mimas. La calidad de vida debe ser mucho mayor que la de antes, si cabe.

—¿Bebe lo que quiere, por ejemplo coca cola? ¿Come menos cantidad de grasas o dulces?

—Hay que comer en los parámetros de un deportista, pero nada de dietas hipocalóricas ni cosas raras. Me refiero a limitar, e incluso, a no comer lo que no es sano ya no sólo para hacer deporte, sino para una persona normal. Evidentemente, uno tiene sus caprichos.

—Siendo extremeño no puede prohibirse los potajes o los ricos estofados de aquellos lares.

—Son buenísimos, pero ahora no los cato mucho porque mi madre está lejos. Se puede compensar con alguna paella o fideuá, pero sin pasarse… Cuando llegué a Valencia y vi como se comía, dije ¡cuidado! La primera semana me puse como un toro (risas)… Hay que llevar una dieta equilibrada.

—Y cuando suena el despertador, a eso de las 7:00, ¿no le entran las ganas de decir ´hoy me quedo´?

—Momentos de debilidad siempre los hay. A los 28, los 30 y con 60 años. Lo bueno de tener 38 es que ves las cosas con otra perspectiva. Con un bagaje los malos momentos afectan menos. Si una mañana estás cansado, ya sabes que en uno o dos días pasará ese cansancio, te recuperas y se irán las agujetas.

—¿La familia y los niños ´aprietan´?

—Mis niños, que están un poco más mayores, sí que me dicen ´¿otra vez al fútbol, papá´? Se piensan que voy a jugar con los amigos, que también es así, como diciendo ´ya está bien de jugar con tus amigos y vente con nosotros´. Pero están felices, el que su padre salga por la televisión es un acontecimiento extraño. Lo llevan bien, han crecido viéndome futbolista. A uno le llena y le apetece que sus hijos le vean desarrollando bien su trabajo. A veces, cuando salen del cole y tengo tratamiento, me los llevo a Paterna. Están con los fisios, juegan, se ríen, se lo pasan genial…

—Le han traído un competidor de lo más duro, Miguel Ángel Moyà.

—Todo en la vida es intentarlo y aprovechar las oportunidades. A él le queda también el futuro por delante. Lo mío es el presente. Estoy muy centrado en mi presente y no quiero entrar en ningún debate.

—¿Competencia sana significa no pelear el puesto a muerte?

—No, es evidente que luchar deportivamente beneficia al equipo. Entrenaré cada día más fuerte y esperaré mi momento, lo hago con 38 y lo haría así con 37 o con 18. Es lo único que puedo hacer en este momento por el bien del grupo. No dejarme en ningún momento y estar en forma cuando me toque entrar, estar a la altura de lo que exige la camiseta del Valencia.

—Llama la atención el ´buen rollo´ y su papel motivador que transmite con los compañeros en los entrenamientos.

—Soy alegre, lo cual no quiere decir que no tenga mis momentos malos, pero los supero viniéndome arriba para levantar el ánimo.

—Moyà se ha hecho daño en el dedo… ¿Y si le toca jugar en un campo especial como el José Zorrilla de Valladolid?.

—Quedan muchos días y lo más importante es que todos estén disponibles. En cuanto a Pucela, sí es el sitio donde crecí, allí pasé los años en que uno pasa de niño a hombre, desde los 16 hasta los 28 años…Siempre lo llevaré dentro.

—Por último, ¿de qué pasta están hechos los porteros que duran más? Armando, César, Ricardo, Dudek…

—Tenemos ese privilegio de que antes empezábamos un poco más tarde a competir y podemos alargar la carrera. Últimamente ves a jugadores también de 32, 33 ó 34 años todavía con años por delante, por ejemplo Albelda o Baraja. Cuidarte y una vida ordenada te da el rédito a estas edades.