El presidente del Valencia, Manuel Llorente, cumple el martes cien días en el cargo, marcados por la junta general extraordinaria de accionistas de este lunes, tras la que empezará a desarrollar su proyecto al frente de la entidad, después de un verano marcado por la incertidumbre.

El pasado 7 de junio, Llorente accedió a la presidencia de la entidad, tres años después de haber dejado el club en el que colaboró desde diferentes puestos de máxima responsabilidad y durante más de diez años a la etapa de mayor esplendor de la sociedad en los primeros años de la presente década.

La falta de sintonía con Juan Soler, anterior máximo accionista y presidente del Valencia, propició a finales de 2006 su salida de la entidad a la que ahora ha regresado tras haber presidido durante este tiempo el Pamesa-Valencia, club de la Liga ACB de baloncesto.

Llorente ha dedicado sus primeros cien días a fijar criterios de gestión en una sociedad en la que ha empezado a aplicar un modelo de extrema austeridad, como consecuencia de los graves problemas económicos existentes, y a diseñar un plan para reflotar el club a partir de la ampliación de capital social.

La cobertura del capital social marcado en la ampliación ha sido uno de los objetivos preferentes de Llorente, quien siempre afirmó que sin este requisito, no había ni viabilidad ni futuro para el Valencia.

Gracias a un préstamo concedido por Bancaja a la Fundación Valencia CF y avalado por la Generalitat se cubrió este capital y ahora es el Valencia el que controla el paquete mayoritario de acciones.

El mayor sobresaltó de estos primeros cien días se lo llevó Llorente el 4 de julio, cuando tuvo conocimiento de que una empresa desconocida de origen uruguayo, Inversiones Dalport, aparecía en la escena del valencianismo de la mano del ex presidente Vicente Soriano, con más del cincuenta por ciento de los títulos en su poder.

Llorente mantuvo el proceso de ampliación de capital que ese grupo pretendía suprimir, lo que provocó la convocatoria de la junta de accionistas que se celebra mañana.

Desde el punto de visita deportivo, su llegada al club ha supuesto la permanencia de buena parte de los futbolistas de más prestigio de la entidad.

Tan sólo Raúl Albiol, fichado por el Real Madrid, ha dejado el Valencia, un club en que siguen los "buques-insignia" del club (David Villa, David Silva o Juan Manuel Mata).

Llorente aguantó la presión de otros clubes que pensaban que la crítica situación económica de la entidad iba a hacer sencillas la contrataciones y mantuvo a los jugadores con la intención de que con su presencia mejoren los resultados, que el equipo opte a estar en la Liga de Campeones y alivie a partir de entonces su situación económica.

Durante estos cien días, el presidente del Valencia ha comprobado que las dificultades económicas son extremas y que la ampliación del capital sólo ha sido un instrumento para empezar a trabajar.

"No hemos hecho más que sentar las bases para partir de cero", ha dicho el presidente del club en más de una ocasión, convencido de que con el proyecto de Inversiones Dalport, el Valencia no tenía futuro.

A partir de ahora, impuesto un plan de austeridad, el presidente ha planteado a los jugadores que la exigencia va a ser máxima y su trabajo va a ir destinado, si no sufre ningún contratiempo en la junta de accionista, a desarrollar un programa a largo plazo para recuperar a la entidad.

La finalización del estadio cuyas obras están paradas desde hace más de seis meses, con la obligación de hacerlo con un coste inferior al previsto inicialmente, va a ser otra de las preocupaciones de Llorente.

Para ello ha contado con un importante apoyo, financiero de Bancaja y político de la Generalitat, que ha tenido partidarios y detractores en la sociedad valenciana, pero a partir de los cuales da comienzo el proyecto de Llorente cien días después de su llegada a la presidencia de la entidad.