Cuando sacas en una tertulia el asunto del Nou Mestalla, la primera reacción de los dirigentes es suspirar profundamente. Más que por tener arrinconado el proyecto, que no se puede porque ponerlo en funcionamiento es una necesidad, por las horas de trabajo que se necesitan para reanudar lo que se bautizó como una obra faraónica y que actualmente es un esqueleto sin armazón que no sirve absolutamente para nada. Eso sí, conforme pasan las semanas, se van encontrando respuestas a varias preguntas y el club tiene claro tres puntos: ya existen unas zonas prioritarias para construir, antes de reanudar las obras se dispondrá de todo el dinero que se necesita para acabarlas —aproximadamente se manejan unos baremos de 200 millones de euros— y el club lo va a financiar a largo plazo, contemplando una horquilla de años que va de los 20 a los 25. Si estas premisas no se cumplen, a pesar de los deseos del arquitecto Mark Fenwick, el nuevo Mestalla seguirá siendo una montaña de hormigón totalmente inútil.

Periódicamente se mantienen reuniones para ir avanzando en este asunto, con la finalidad de reducir los costes en todo lo posible sin que se vea afectada la seguridad ni la cómoda visión del juego, ya que mudarse de casa es un asunto prioritario para Manuel Llorente. «¿Quién va a comprar los terrenos del actual estadio de la Avenida de Suecia si no sabe cuándo va a poder utilizarlos?», repiten una y otra vez desde el consejo de administración, sin dejar prácticamente espacio para meditar la respuesta al considerarla muy clara: «Nadie». Más allá de que la coyuntura socio-económica no es muy propicia para recaudar por la venta del estadio actual las cantidades que se venían anunciando de 200 a 300 millones de euros. Y el VCF, a día de hoy, aún no ha establecido un calendario para ello porque no dispone del dinero necesario para reemprender la construcción de la que será su nueva casa en la avinguda de les Corts Valencianes. Después está el aspecto de la financiación económica del proyecto.

¿Por qué si el Valencia no dispone del dinero líquido tiene que pagar la obra en tan poco tiempo? Manuel Llorente tiene en mente obtener unos plazos que oscilan entre los 20 y los 25 años para financiar el coste de las obras, tiempo que los haría más asumibles. Más allá de que haya una o varias entidades bancarias que le financien al club lo que queda por pagar, lo que también tiene claro el Consejo de Administración actual es que nunca va a darle luz verde a las obras si no disponen de todo el dinero para finalizarlas. Cuando se retome la construcción del campo es para acabarla, aunque se vaya a realizar por fases, y así que el equipo pueda trasladarse allí cuanto antes. Nada de empezar y volver a parar. Fecha aún no se ha puesto para que el solar que hay en el barrio de Benicalap vuelva a poblarse de obreros, aunque esta semana anunciara el arquitecto Mark Fenwich que su intención es la de reanudar las obras a principios de 2010. La realidad puede ser otra bien distinta. Lo que sí se tiene claro es que hay tres zonas de construcción prioritarias; finalizar el aparcamiento, el foso que da a la calle de La Safor y alcanzar la línea cero, la que le permitiría al equipo jugar allí.

Poco a poco se va avanzando sobre el tema, pero lo cierto es que la salvación económica del VCF que iba a suponer la construcción inmediata del nuevo campo unida a su explotación comercial, se está convirtiendo en una auténtica pesadilla en la que Manuel Llorente trabaja para salir de ella. El 1 de agosto de 2007 comenzaron las obras, llevan uno paradas por falta de dinero, y sigue sin haber fecha para retomar la construcción de la nueva casa del VCF.